Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Abril de 2016

Réquiem por los gamines

“Nicoló compuso un Réquiem esperanzador para cientos de jóvenes”

 

YA no hay gamines en Bogotá. Mendigos de distintas edades sí, pero pandillas de muchachos y muchachas que recorrían las calles pidiendo o robando, no las hay. Desaparecieron esas “galladas” hacia la década del ochenta. Gracias a la labor del cura salesiano Javier de Nicoló, quien llegó de Italia al instituto León XIII, cuya labor de capacitación sería replicada luego por Carlos Lleras con la creación del Sena. Nicoló murió este martes santo. De joven había sido mago, sabía reír. Fui con él a una de las ciudadelas frente a Venezuela, sobre el río Orinoco y junto al río Tuparro, en la cual cinco mil ex gamines se sostenían y autogobernaban. Había otras similares regadas por toda Colombia. El aporte que Nicoló pedía no era dinero. Pedía ideas. Con otros académicos lo puse en contacto con agrónomos e ingenieros. Le solucionamos un problema de fertilidad de suelos. Nos agradeció, pero el agradecimiento era nuestro por su aporte a Colombia.

Recuerdo que él recorría los campamentos montado en la parte trasera de un camión descapotado, que por embromar llamé el papamóvil.  Con el apunte soltaba una risa franca y sincera. Los gamines rehabilitados lo recibían con aplausos y vivas por el padre y la madre que nunca tuvieron. En esas selvas me contaba sus peripecias dignas de un libro. A cambio, en las selvas del Vichada, le charlaba sobre el papado medieval que lo conmovía y el renacentista que lo escandalizaba.

Nicoló, en conjunción con la alcaldía de Bogotá, tenía unos cuarenta albergues que cobijaban a unos ochenta mil jóvenes de ambos sexos y cuya edad oscilaba entre los 15 y los 22 años. Luego podían, si así lo querían, continuar su vida en las ciudadelas. Algunos se casaban, y todos disponían de un lugar en donde vivir en una comunidad integrada con recursos propios. Cultivan la tierra, hacen artesanías y tienen capacitación tecnológica. Tienen orquestas propias y danzas. Casi no hay cantantes por cuanto la temprana adicción les daña las cuerdas bucales, me decía. La superación de la drogadicción es un tema apasionante que desborda la extensión de este artículo.

Pero no podemos ser muy optimistas. El sistema dinástico de nuestra política criolla permitió que un alcalde de Bogotá, nieto del dictador Rojas Pinilla, y hoy condenado por deshonesto, expulsase de la prestación del servicio social a Nicoló, quien compuso un Réquiem esperanzador para la gaminería que entristecía a las grandes ciudades colombianas.