Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Mayo de 2016

El Chapultepec de Peñalosa 

“Alcalde insiste en pavimentar la última porción de tierra”

 

EN ciudad de México cuando la contaminación aprieta se ven caer  pájaros muertos en pleno vuelo,  no obstante el gran bosque de Chapultepec que oxigena la ciudad como una bella mancha verde. En Bogotá el número de árboles por persona es menor que en ciudad de México y que en Nueva York, pero el actual alcalde insiste en pavimentar la última porción de tierra donada por un extranjero para la ciudad. Si lo logra será un perjuicio irreparable para la salud  y la estética.  Hacen falta zonas verdes, árboles, parques. Y no hay más tierra.

Su argumento de pavimentado es tan válido como su doctorado. Alega que esa tierra no es una reserva ecológica sino unos pastos con vacas… Y acto seguido elogia la necesaria labor de las urbanizadoras. Pero el Central Park de Nueva York, el parque Palermo de Buenos Aires ,  el Hyde Park de Londres o el Bosque de Chapultepec  no se integraron a sus respectivas ciudades por inercia sino gracias a los Alcaldes que prefirieron el proyecto comunitario al lucro de urbanizadoras codiciosas. Y el señor Peñalosa está en mora de  publicar el listado de urbanizadores que financiaron su campaña. Alega además que se trata de una discusión técnica para que el atropello no sea cuestionado por los ciudadanos, ni se dude como se duda, de la honradez de su propuesta.

Ya hay un fallo del Consejo de Estado preservando esa reserva ecológica. Peñalosa se la pasará por la faja a sabiendas de la lentitud de ese ente en pronunciarse ante el atropello vía el concejo de ediles de mayoría mansos y clientelistas. Los bogotanos  nos vemos ante ese zarpazo artero. Pero no podemos quedarnos quietos.  Este reducto de verde único  es un patrimonio común de todos nosotros y del futuro. Parece que así como su padre, vaivenes de las dinastías,  enterró la lúcida Reforma Agraria propuesta por Carlos Lleras, al permitir que los intereses de su peculio prevalecieran sobre sus obligaciones como Ministro de Agricultura,  ahora su hijo replicará otro disparate, desinteresadamente o no, pero ya no en el agro sino en el alma de Bogotá.

Si el señor Peñalosa cree que los bogotanos se dejarán embobar al alegar su inexistente PhD o embelecos técnicos para preservar ese bien comunitario, está equivocado por la mitad de la barba. Los actuales habitantes tienen más acceso a internet, están alerta, lo que no ocurrió en los noventa cuando se sufrió el detrimento patrimonial de las losas de Peñalosa.