En la columna anterior desarrollamos siete reflexiones con respecto a la interesante conjetura del medio de difusión estatal ruso ‘Sputnik’ basada en que, al ser una acción contra hegemónica que afecta a los EE.UU., el apoyo de China y Rusia a Venezuela “puede ser el detonante que lleve a una guerra mundial”. Prosigamos.
8- Lo cierto es que, al percibir que la Casa Blanca se inhibió, los rusos -maestros del oportunismo estratégico a lo largo de la historia, independientemente de la ideología que les anime-, se decidieron a apoyar a Cuba por completo y durante varios meses (tal como está sucediendo ahora en Venezuela), los EE.UU. y sus aliados en el área solo se dedicaron a contemplar cómo se incrementaba la ayuda de Moscú hacia la Isla hasta cuando se comprobó que estaban construyendo las rampas de misiles.
9- En síntesis, solo cuando fue demasiado tarde, los EE.UU. se vieron compelidos a bloquear a la Isla y el mundo estuvo al borde de un cataclismo nuclear. Cataclismo que, si no se produjo, fue, justamente, porque la doctrina DMA funciona; pero, aun así, los costos a pagar por la retirada de los artefactos fueron incalculables, pues, como se recordará, Washington tuvo que retirar sus misiles de Turquía y comprometerse (“para siempre”) a no invadir la Isla.
Isla que, para efectos prácticos, se perdió enteramente (excepto Guantánamo) quedando así bajo el control absoluto del Kremlin.
10- En conclusión, las grandes potencias no están interesadas en conflagraciones globales y lo que verdaderamente les anima a incrementar su presencia en un área y a apoyar a sus aliados es,
(a) el vacío de poder que su contraparte deja, y
(b) la oportunidad de mejorar el equilibrio de poder obteniendo ventajas significativas derivadas de su apoyo.
11- Esto es lo que explica, en un contexto geoestratégico más amplio, por qué los EE.UU. permitieron que hace cinco años los rusos se apoderaran de Crimea, o que a los rusos (por su desidia, o debilidad) no les haya quedado más remedio que tolerar la masiva presencia de la OTAN en los países del Báltico: Estonia-Letonia-Lituania (que son para Moscú lo que Cuba-Nicaragua-Venezuela para Washington).
12- Por lo tanto, lo que debe preocupar hoy en el vecindario no es el alarmismo basado en la conjetura de que “la pugna por Venezuela podría ser el inicio de la tercera guerra mundial” sino el vacío de poder que se está dejando y cómo los rusos y los chinos lo están llenando, cada uno a su manera, pero con la misma idea de controlar indefinidamente no solo a La Habana (ya arrebatada) sino a Caracas y Managua.
13- En definitiva, las especulaciones rusas en ‘Sputnik’ sobre “la tercera guerra mundial” solo están orientadas a influir sobre la opinión pública de las democracias en América para que (mediante este tipo de poder punzante -sharp power-) los propios ciudadanos, suficientemente manipulados y atemorizados, influyan sobre sus gobernantes para que no apoyen ninguna acción decisiva contra los regímenes totalitarios en la región, ni siquiera si esa acción decisiva está humanitariamente legitimada y justificada.