Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Octubre de 2015

SECRETO DE SANTIDAD

Amor con proyección de eternidad

Qué  bella la vida, qué bello el amor, qué bella la muerte cuando todo está iluminado por la fe. Cuando hay esfuerzos por exaltarlo todo con independencia de la fe y principios religiosos, cuando se exaltan uniones maritales contra la naturaleza, más esplenden las cosas cuando el faro luminoso de la fe abrillanta las humanas realidades. La belleza del amor “con proyección de eternidad”, cimentado en los principios cristianos, es lo que esplende en los esposos Luis Martín y Celia Guerin, padres de Santa Teresita del Niño Jesús, llevados a los altares este 18 de octubre, Día universal de las Misiones, de las cuales es Patrona su hija Teresita.

Durante la realización del Sínodo de Obispos unidos al Papa Francisco, con el tema fundamental de la familia, qué significativo que el Santo Padre haya proclamado santos, a dos ejemplares esposos, Luis y Celia, que dentro de los sabios postulados de la fe cristiana, en  estrechez económica, pero con fe inquebrantable, trajeron al mundo nueve (9) hijos, a los que transmitieron su gran riqueza espiritual. Cuando se da todo despliegue a los ejemplos de uniones de parejas vinculadas solo por efímeros gozos carnales, modelos que pasan como los  de automotores o aparatos técnicos, aparecen aquellos amores como el de Don Luis y Doña Celia, con infinito valor de eternidad.

Nacieron ellos en la todavía católica Francia, el 22-08-1823 y el 23-12-1831. Después de infancia y juventud muy distintas, pero guiadas por la fe, con sueño inicial de vida consagrada en comunidades religiosas, culminan en unión marital bendecida por Dios, como debe ser la de fieles hijos de la Iglesia, el 21-07-1858.  Comprenden que su vocación de esposos es recibir, con gran amor, los hijos que la Providencia les diera, y a quienes, después de Dios darían infinito amor. Van llegando en medio de serios cuidados por dificultad de salud de la madre, nueve (9) hijitos queridos, que alegrarían su hogar, desde María Luisa, el 22-02-1860, hasta Teresita el 02-01-1873, nacida 4 y medio años antes de la muerte de doña Celia. Cuatro (4) de los hijos mueren a corta edad, con edificante entrega de ellos a Dios, en medio de sentido dolor de sus piadosos padres. Las cinco (5) sobrevivientes encuentran realización de sus vidas, cuatro en monasterios del Carmelo, y una de ellas en la Visitación.

Un amor escrito en el cielo, titularon dos biógrafos de estos esposos, edificante escrito (en Ediciones Paulinas), quienes en el Prefacio sintetizaron el secreto de su santidad al decir que “el núcleo central de esas dos almas sinceras fue ser totalmente deseosas de “dar a Dios siempre el primer puesto, a cualquier costo”. Entrañable unidad hay entre la vida digna y oración permanente a Dios, de esos buenos padres y la de su hija Teresita, “florecilla” que surge de esas raíces, y que enseña sabiduría en su  autobiografía “Historia de un alma”, mostrando como camino de santidad de “la infancia espiritual”. Fue ella la que dio testimonio de que en una vida matrimonial, debidamente encauzada hay, también, genuina santidad: “El buen Dios me dio una padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra”.

Muchos esposos, como mis propios padres, los creo dignos de tal calificativo. He sido testigo del gran amor de ellos a María Santísima, a San José y a Jesús en la Sagrada Eucaristía, y al pasar las páginas de la biografía de los padres de Sta Teresita, encuentro que esas mismas prácticas fueron el secreto de santidad de ellos,  para sacar adelante esa preciosa flor de santidad. Vida ejemplar, basada en oración constante y confiada, fue cuanto vivificó esos hogares. En deliberaciones sobre la familia se ha de pregonar que “si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzanlosalbañiles” (Salmo 127,1).  Así se construye“el amor con proyección deeternidad”.

monlibardoramirez@hotmail.com

*Expresidente Tribunal Ecco. Nal.