La movilidad en Bogotá es uno de los problemas que más afecta la calidad de vida de los capitalinos. Las escasas alternativas de transporte público se suman a la precariedad y al deterioro de la malla vial, que no crece a la misma velocidad de la ciudad; el desmedido crecimiento del parque automotor, el irrespeto a las normas de tránsito por parte de conductores, motociclistas, ciclistas y peatones, la deteriorada señalización de las vías, la mala planeación, la ocupación del espacio público, etc. Son algunas de las causas de nuestros problemas de movilidad.
La solución, por ende, obliga a tener una planeación urbana a largo plazo, desarrollar sistemas integrados de transporte como el Metro, metro cables, Transmilenio, trenes interurbanos, tranvías, terminales de transporte multimodal, ciclo rutas, paraderos adecuados y ampliación de la malla vial. Pero el problema no solo se soluciona con planeación e infraestructura, es costoso y toma tiempo. Bogotá, y otras ciudades capitales, necesitan medidas de choque que les permitan mitigar el problema en el corto plazo.
Medidas como el pico y placa, carriles exclusivos y prioritarios para transporte público, ciclo rutas y la proliferación de parqueaderos, han ayudado a reducir parte del problema. No obstante, el crecimiento del parque automotor, principalmente de motos y de servicio público ilegal, son una seria amenaza a la movilidad, la competitividad y la sostenibilidad ambiental de nuestras ciudades.
Por lo pronto, sin dejar de hacer y pensar a largo plazo, necesitamos un sistema de incentivos y desincentivos en la movilidad, estimulando el uso compartido de vehículos particulares, impulsando la utilización de medios alternativos de transporte, como la bicicleta, promoviendo horarios laborales contra cíclicos y el trabajo en casa. Necesitamos desincentivar el uso de las motos, generan caos en el transporte y son la principal causa de accidentes de tránsito. Según Fasecolda, en el 87% de los accidentes de tránsito donde hay heridos o muertos, está involucrada una moto.
Mientras no haya una oferta de transporte público eficiente y seguro, no puede emprenderse una guerra contra los vehículos particulares, pero es necesario que los usuarios asuman el costo de su beneficio. Hoy por hoy, el uso de vehículos particulares es subsidiado por el colectivo, a quien se le transfiere la mayor parte del costo ambiental, económico y de movilidad.
Esta situación no solamente debe controlarse vía impuestos, que incluso deben subsidiar la construcción de infraestructura de transporte, también es necesario que quienes realizan una actividad considerada peligrosa, asuman los riesgos que generan. Es decir, los propietarios de vehículos privados tienen que estar en condiciones de responder por los daños que ocasionen a terceros, obligándolos a asumir una póliza que cubra el valor de los daños materiales que puedan causar.
Según cifras de la Secretaria de Movilidad de Bogotá, el tiempo promedio para retirar vehículos accidentados, que obstruyen las vías, es de una hora y cuarenta minutos. Mientras la policía de tránsito acude al lugar de los hechos, levanta el croquis, imparte comparendos y los involucrados aceptan, la movilidad de toda la ciudad se ve afectada por un choque entre particulares cuyo costo, en la mayoría de los casos no supera los quinientos mil pesos para los implicados. Necesitamos medidas conducentes a generar una movilidad responsable. Junto con el Alcalde Enrique Peñalosa y el Secretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo, presentaremos una propuesta para mejorar la movilidad en las ciudades de Colombia.
@SHOYOS