Desde el año 1992, cada 25 de julio se conmemora el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, como símbolo de reivindicación de los derechos y la dignidad de las mujeres afrodescendientes en el continente. Esta conmemoración surge de la unión de aproximadamente 400 mujeres de diversos países, quienes conformaron una red para la inclusión social y económica de las mujeres negras en América Latina y el Caribe, a partir de impulsar su participación política, empoderamiento económico y acceso a servicios básicos como la educación. Dicha red se propuso erradicar los prejuicios, estereotipos y barreras sociales que ellas enfrentaban por dos factores de exclusión: género y etnia.
Han pasado 28 años y el activismo de estas lideresas ha sido significativo para lograr políticas públicas y acciones que permitieron el avance en la movilidad social de las mujeres afrodescendientes en Latinoamérica, para quienes la doble condición de exclusión ha representado un mayor desafío que el de igualdad de género. Prueba de ello es que las mujeres afrocolombianas lográramos espacios de participación y representación política nacional muchos años después de que fuera habitual designar mujeres en posiciones de liderazgo nacional; toda vez que no sólo implicaba cambiar paradigmas de género sino raciales.
En Colombia, tuvimos por primera vez una mujer ministra en el año 1957, tras la designación de Josefina Valencia como Ministra de Educación. Pese a que en las décadas posteriores fue recurrente la participación de las mujeres en gabinetes nacionales, las mujeres afrocolombianas debimos esperar 50 años más para tener la oportunidad de ocupar un cargo ministerial, siendo en 2007 designada Paula Moreno como Ministra de Cultura. De igual forma, en el órgano legislativo, la primera mujer electa como Senadora de la República de Colombia fue Esmeralda Arboleda en 1958, y sólo hasta 1994, 36 años después, una mujer afrocolombiana, Piedad Córdoba, ocupó igual posición.
En el marco del Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, es relevante reconocer los avances que la sociedad colombiana ha tenido, en los últimos 25 años, en la participación política de las mujeres afrodescendientes, ejerciendo posiciones de liderazgo en diversas instituciones del orden nacional. Sin embargo, también es propicio recordar que no hemos hecho lo suficiente para reducir las brechas en materia de acceso a educación superior, empleo y mortalidad materna de las mujeres afrocolombianas respecto del promedio del país.
Los 25 de julio seguiremos exaltando el esfuerzo de aquellas mujeres afrolatinas que se atrevieron a romper paradigmas y levantar su voz para inspirar a otras, hasta el día que logremos sociedades más igualitarias en las que el acceso a las oportunidades no se encuentre limitado por brechas de género y etnia.