En pleno mes de los niños y cruzado con la campaña presidencial, se queda uno con la ganas de oírle a los candidatos las propuestas para la protección de los derechos de los niños.
Corticas las ideas y escasas las preguntas en los debates, supongo porque los niños no son taquilleros, ni dan votos, aunque sí plata. El presupuesto del Icbf es uno de los mayores en las entidades del estado, comparable con el de la Fiscalía, las Fuerzas Armadas y hasta el mismo Sena.
El presupuesto del Icbf hace salivar a más de un congresista, que a través de Fundaciones para la protección de los niños logra arañarle una tajada a los recursos de los infantes. Hasta la fecha lamento que los debates presidenciales se concentran más en los temas de “adultos”, como si los niños fueran otro un tema de segunda categoría.
¿Saben ustedes de dónde sale tanta gente corrupta, asesina, secuestradora, mentirosa? Pues de las carencias en la infancia. Los faltantes económicos y afectivos en las familias trazan un rumbo casi que determinante en el vida de un recién nacido. Cuando un niño en lugar de recibir la adecuada alimentación física, mental y espiritual, los cuidados necesarios en la educación y estimulación que necesita su cuerpo, y se enfrentan cambio a abusos por parte de sus padres o cuidadores como golpes, hambre, falta de un lugar digno para vivir y para estudiar, se degenera el sistema físico-emocional que estaba diseñado para recibir amor, y en lugar de convertirse en un ser humano respetuoso del mundo, surge un hombre o una mujer que tiene todo el potencial para hacer daño. Es entonces como se configura esa escala de maldad, y surge el abanico de seres humanos desde el que asesina, hasta el ladrón de cuello en blanco que se roba los recursos que no le corresponden.
Las buenas crianzas, es decir las que tienen altos contenidos amorosos y respetuosos, garantizan el desarrollo de un ser humano con valores de respeto que se traducen en adultos equilibrados que salen a conquistar el mundo siendo más productivos y menos costosos para la sociedad.
Un adulto corrupto es muy costoso para la sociedad. La carga de un sanguinario es muy costosa para un país.
Así que la familia es el primer escudo de protección de los niños. Y las políticas públicas destinadas a proteger a las familias y a los niños deben procurar ser efectivas para que haya más niños en equidad de oportunidades. Pero lo más importante ahora que se avecina un cambio para el país, es que sea elegido un Presidente que sea ejemplo de la buena crianza que recibió en su familia (y no de todo lo contrario) y que defienda los recursos destinados para la niñez. ¡Se siguen esperando las propuestas y compromisos!