¡No nos confundamos con el médico! | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Marzo de 2020

“Heroísmo médico es una opción moral con un fin racional”

En los últimos días han salido al aire, en las diferentes cadenas de televisión y en radio, unos anuncios en los que reiterativamente se alaba y se agradece la labor médica y de los diferentes trabajadores en salud.

Y eso está muy bien y es además merecido y los médicos los reciben con humildad. Sin embargo, no se entiende muy bien la motivación real detrás de esos elogios porque no tiene sentido exaltar el heroísmo médico en situaciones en las que el médico realmente no tiene la libre opción del heroísmo, sino, por un lado, el apremiante deber legal de tratar a los enfermos y, por otro lado, la impostergable obligación personal y familiar de conservar su puesto de trabajo.

Los médicos no rechazan esos mensajes, pero no terminan por entenderlos muy bien porque parecieran esos homenajes mediáticos presuponer que, en virtud de su juramento, ellos tendrían la obligación legal de ejercer sus funciones incondicionalmente, incluso a riesgo de sus propias vidas.

La verdad es que el juramento hipocrático original o sus versiones más modernas, y tampoco la Ley, de ninguna manera obligan al médico a morirse con sus pacientes ni tampoco a trabajar por sueldos a destiempo. Ningún médico está moralmente (y mucho menos jurídicamente) obligado a trabajar en condiciones en las que su propia vida no esté, hasta donde sea racionalmente posible, adecuadamente protegida. Y aun en esas circunstancias, si el riesgo para su propia vida es evidente y manifiesto, ni el juramento ni la ley lo obligan. Y es ahí en donde realmente entraría en acción su heroísmo, pero debe quedar muy claro que el heroísmo, per se, no es moralmente obligatorio. Y definitivamente tampoco lo es desde un punto de vista estrictamente jurídico.

El heroísmo médico es una opción (no una obligación) moral con un fin racional investido de sensatez y no en cambio una obligación legal arbitraria y distorsionada. El heroísmo médico no es estupidez que pueda ser vana y superficialmente enaltecida y requiere además seriedad administrativa y un compromiso estatal prolongado en el tiempo, constante, firme, juicioso, perseverante, ininterrumpido y, además, honesta y profundamente respetuoso con la sociedad y con el médico. Y requiere además una férrea fundamentación ética de la dirigencia médica nacional, que no sobra decirlo, con su total falta de carácter ha fallado por décadas en defender sus obligaciones morales reales para solo hacerse visible con “pataletas” y “patadas de ahogado” en épocas de crisis.

No pagar los sueldos del personal de salud a tiempo y no invertir juiciosamente (y no precipitadamente en épocas de pandemia) en sus condiciones laborales y al mismo tiempo esperar del médico un compromiso heroico es, por decir lo menos, “aprovecharse” de la nobleza de los médicos y de su más honda potencia vocacional. ¡Y no es aceptable!

En situaciones de pandemia como la que actualmente atraviesa el mundo entero, lo requerido no es un distorsionado heroísmo médico, sino un cabal y total acompañamiento estatal y social. Seguramente no quisiera la sociedad que, de un día para otro, una gran porción del cuerpo médico, cediendo finalmente a las presiones (ciertamente justificadas de sus familiares más cercanos) se negara a atender a los enfermos por el riesgo alto de contagio. Y tendría esa porción del cuerpo médico todo el derecho moral y jurídico para hacerlo.

Afortunadamente la Presidencia de la República, con las medidas de aislamiento y contención, parece estar haciéndolo bien y hay que esperar lo mejor. ¡Pero no presionemos demasiado! ¡No manoseemos a los médicos ni al personal de salud con adulaciones vanas! ¡Démosles todo lo que necesitan… y paguémosles a tiempo!