La inflación permanecerá incrustada entre nosotros, por la forma como va nuestra economía y el manejo que se le ha dado en estos últimos años: los intereses desbordados -antes se utilizaba el encaje- la debilidad del peso que redujo el poder adquisitivo de los colombianos, el reajuste del salario mínimo, el empobrecimiento exagerado de una población en la que reina la informalidad y el desempleo.
Urge un cambio fundamental que nos lleve a la recuperación económica, sin reformas tributarias inequitativas.
La reforma tributaria quedó coja. A duras penas solo alcanzará para comprar aviones de combate, para una guerra con Venezuela, que cada vez aleja más el actual mandatario. Sí se requieren aviones y armamento, mientras nos acose una guerrilla hirsuta y despiadada, que desconoce los esfuerzos de un pueblo y sus últimos gobiernos por alcanzar una paz y un orden que nos lleven a la civilización, la libertad, la democracia y la equidad.
Así las cosas, nuestra patria reclama la sensatez de todos para entender que podemos alcanzar las alternativas que las naciones del mundo libre, democrático y civilizado ofrecen a sus conciudadanos para que se logre la igualdad, el progreso y la felicidad que esperan propios y extraños.
Si esta navidad nos trajera la noche de paz, todos entraríamos por la senda que durante décadas anhela un pueblo que posee los atributos, la destreza y el ánimo para trajinar por la convivencia, el perdón, el olvido y una paz que nos traiga esa noche de amor.
Valdría la pena que nuestros poderes ejecutivo, legislativo y judicial se impongan el propósito de fundar el país que nos inculcaron y ordenaron edificar nuestros libertadores, con Bolívar y Santander la cabeza.
Urge erradicar los llamados “paros armados”, que son los peores atropellos, crímenes, asesinatos y atracos contra nuestros campesinos, población pobre y hambrienta, por parte de quienes viven de la riqueza que produce la violencia.
La horda, turba y caterva del crimen que atormenta a esta nación por tantos años, no puede seguir viviendo de quienes están trabajando con ahínco y sin desmayo por sacar a Colombia del holocausto.
Solo quienes viven del crimen, el asalto y la riqueza fácil, podrán pensar que, diezmando nuestra población y riqueza, alcanzarán el falso objetivo que dicen perseguir.
Es claro que nosotros y nuestros dirigentes están obligados a enfrentar la corrupción que reina en sectores bien conocidos y amparados por buena parte de los políticos.
Acabando con estos bacilos, puede emerger una patria amable y digna para 51 millones de compatriotas que desean días y noches de paz y prosperidad. Colombia no puede dar más espera para alcanzar lo que pueblos y naciones civilizados han logrado con la voluntad y el empeño de sus habitantes y dirigentes.
BLANCO: Los bienes por 4 billones de pesos incautados a la guerrilla, paramilitares y narcos por la Fiscalía. Hace falta que caigan quienes corruptamente los administran y usufructúan.
NEGRO: El etiquetado ambiental a vehículos en Bogotá. ¿Cuándo taparán los huecos?