Iniciamos entre temas cimeros, de reflexión, el anterior, sobre algo realmente sublime, que merece toda atención de la humanidad entera, pues está a la raíz del existir y estabilidad de ella, el relacionado con el don sagrado de la vida, regalo y premio dado por Dios al ser humano. En esa primera parte hice amplia presentación, de ese verdadero “Evangelio de la Vida”, la magistral encíclica de S. Juan Pablo II (25-03-95), en la cual es de destacar su vibrante Introducción y el tono de urgencia con la que se debe hablar, para bien de toda la humanidad, pues son tantos los crímenes abominables, en nuestros días, contra ese don sagrado dado por Dios, Dueño de ella a los humanos.
Repasando esas enseñanzas imperecederas encontramos que son cuatro los Capítulos de la encíclica, encabezados por frases del gran mensaje dado por Dios en la Sagrada Biblia, para bien de todos: 1) “La sangre de tu hermano clama a mi desde el suelo”, dolida voz celeste dirigida al primero de los tétricos caines manchados con sangre (Gen. 4,10); “He venido para que tenga vida” (Jn. 10,10), que señala la misión misma del Redentor en total contraste con la del asesino de Abel; 3) “No matarás” (Ex. 20,13), primero de los preceptos básicos dados por Dios en relación con deberes para el convivir humano; 4) “A mí me lo hicisteis” (Mt. 25,45), sentencia en el juicio final de toda acción u omisión contra un ser humano, con gravedad igual que si se hiciera al Juez Supremo.
En cada uno de esos Capítulos presenta, este Papa, tan amplio en el tema de la misericordia divina, muy severa doctrina de la Iglesia en relación con el debido respeto a la vida humana, como punto básico del mensaje cristiano, defendido también por otras religiones, y respetado por la ciencia que aprecia la dignidad de los humanos y la supervivencia de ellos. Duele que, ilusoriamente se acepten quebrantamientos, pero todo cuanto lleve a esas concesiones, es camino a oprobiosas esclavitudes, y, convertidas en leyes, camino a las más fieras tiranías.
Felizmente hay inquietud por la defensa de la naturaleza, se clama con vehemencia en la defensa de las plantas y de los animales, pero, hay tendencia suicida a aceptar pendientes que llevan a la ruina del ser humano, principal de los seres de la creación visible. La voz materna, sabía y salvadora, es la que sigue dando la Iglesia Católica, y prácticamente todas las confesiones religiosas, y tantos sabios que con seria responsabilidad hablan de este tema de la vida, que reclaman máximo cuidado, ante el facilismo, disfrazado de respeto a la libertad y compresión en sus reclamos de apertura con abundantes sumas de dinero.
Por más leyes humanas que se aprueben, en contra de la naturaleza que serias entidades religiosas y científicas ha recogido, esas campañas como la de los últimos días a la eutanasia, con claridad el Catecismo de la Iglesia Católica, desde el n.1. (dos veces) hasta el 2520, y el 2861 señalan como puertas que se abren a tremendos crímenes que tarde o temprano llevarían a cataclismo humano universal si se las acogen.
Hay gran unidad de pensamiento en los dos últimos Papas e invocación al cielo a María, madre de quien Resurrección y Vida (Jn.14,25).
* Obispo Emérito de Garzón