ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Noviembre de 2011

 

Clase aparte
 
 
¿Cómo  hacen los padres de familia para costear la educación superior de sus hijos? Una inquietud de alto contenido social que coincide con los reclamos de los muchachos por una mejor calidad en su formación universitaria.
¿Qué hacen los hogares colombianos para financiar en promedio diez semestres en las universidades privadas del país? ¿Y quién habla de los costos en estos claustros? ¿A quien le corresponde llamar al tablero a los representantes de estas instituciones para que expliquen el por qué de incrementos anuales superiores a la inflación causada?
De igual forma que acompañamos la protesta pacífica de la juventud en defensa de la universidad pública, también valoramos la preocupación del vicepresidente de la República, Angelino Garzón, frente al costo de las pensiones en las universidades privadas del país.
Válido su llamado de atención sobre los precios de la enseñanza superior en claustros privados, pues cada año éstos aumentan, en casos, muy por encima del costo de vida.
Dicen los rectores de universidades privadas que los precios académicos pasan en alto grado por la calidad de la educación y el alto nivel de profesores.
Por tradición y al amparo del esquema de libertad con autonomía, las universidades privadas, sin consultarle a nadie, suben lo que les parece el precio de los semestres. Y fijan unos plazos perentorios para efectuar los pagos con intereses bien caros.
Y nadie les dice nada. Y si se les dice algo, salen a justificar con el tema de la calidad y profesores competentes. ¿Y es que la calidad no es un sello de garantía para una buena formación, independiente del valor que se cancele por el semestre? Un muchacho va a formarse con la idea de recibir los mayores estándares de aprendizaje, respeto, valores y conocimientos. 
Al estudiante no le dicen el primer día de clase que por ser una universidad más barata que otra, la educación también es inferior.
A un muchacho no le indican que su profesor es de baja o alta calidad dependiendo del valor del semestre que pagó. La calidad es una obligación implícita en la educación superior. No es negociable.
Y quién determina qué tan calificada y de calidad es esa educación. Los alumnos se parecen a sus maestros y a juzgar por ello es mucho lo que hay que mejorar.
Conozco buenos profesores, pero también unos perversos. Verdaderos escueleros que hacen lo que les viene en gana y no forman, confunden al estudiante, lo someten a la burla, lo gritan, ridiculizan, desorientan y maltratan sicológicamente. Y eso sí que sale caro.