ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Febrero de 2012

Café es café

EN distintos medios de comercio exterior, la expectativa se centra alrededor del comportamiento de cada uno de los renglones que conforman la canasta exportadora de Colombia, en medio de un clima de incertidumbre por la fluctuación del dólar, medio de pago por el café vendido al exterior.
Cumplido enero, al margen de los buenos vientos para el petróleo; el café requiere una buena dosis vitamínica de creatividad, para que recupere la identidad de marca que éste le ha dado al país en el mundo, y que se ha venido a menos en las últimas décadas.
Antes de julio de 1989, cuando todavía regía el pacto internacional cafetero, con cláusulas económicas como franja de precios y sistema de cuotas, el bebestible gozaba de bien ganada fama en los círculos sociales, publicitarios, de consumo y de mercados.
Se recuerda cómo los canales internacionales de televisión, en espacios ajenos al tema económico, hacían referencia a la calidad de nuestro café 100% nacional, con su respectivo crédito a nuestro país y a sus emblemas, conchita y Juan Valdez.
Hasta se recuerda cómo el popular animador ‘don Francisco’, con alto índice de sintonía por esa época en Miami, hacía frecuentes menciones a una reanimante bebida que él, bien llamaba, “el cafecito de los colombianos”.
En Madrid, Roma, Londres, Nueva York, Berlín y París, las estaciones del metro lucían llamativos afiches alusivos al café colombiano. Eran tiempos de Arturo Gómez Jaramillo en la gerencia general de la Federación Nacional de Cafeteros y de don Pedro Felipe Valencia, director de Relaciones Públicas, con humor y simpatía a borbotones.
El paso de subgerente a la gerencia de la Federación por parte del otro zar del café, Jorge Cárdenas Gutiérrez, con la asistencia de Andrés Lloreda Londoño, en el posicionamiento exitoso de marca, el café continuó su peregrinación comercial en las grandes ligas del mercado global. Todavía operaba el acuerdo cafetero y el hoy presidente, Juan Manuel Santos, comenzaba a influir con buen suceso en esta industria, como delegado gubernamental en Londres.
Después de 1989, el libre comercio nos da la oportunidad de ser líderes en ventas y posicionamiento mediante estrategias que deben incluir visión, liderazgo, imaginación y compromiso para rescatarle al café, su aroma internacional como producto de calidad y, de paso, rescatar la presencia de Colombia con su producto bandera.
El café es café en la cotidianidad de las personas aquí y en el mundo. Nunca antes como ahora reclama retomar el rumbo que había logrado y que hoy parece un tinto ya reposado.