ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Diciembre de 2011

Pendientes

A dos semanas del cierre de 2011, temas cruciales pendientes para el país, en un abanico de posibilidades para avanzar o retroceder. El primer encargo compete a la Fiscalía, Procuraduría, Contraloría, y demás entes de control para que culminen procesos pendientes contra quienes han desfalcado al Estado.

No deberían estar celebrando esta Navidad y el Año Nuevo quienes tienen deudas pendientes con una justicia que aunque lenta, confusa, dispersa y congestionada, ha prosperado en la confianza ciudadana.

No podrían estar libres, gozando las mieles de las fiestas navideñas, quienes tienen la culpa social, económica y jurídica del caos en que se encuentra hoy la infraestructura nacional.

El despelote de la movilidad en casi todas las ciudades del país no puede pasar sin pena ni gloria. Los responsables deberían ser acusados, penalizados y sentenciados de una vez, sin más largas, ni dilación del proceso.

Las principales metrópolis colombianas están sitiadas por delincuentes de cuello blanco que siguen al acecho de saquear los menguados presupuestos locales. Y están en las dos orillas, sectores público y privado.

Los colombianos de bien sienten hoy la desesperanza de un sector privado donde también hay corrupción. Y es ahí donde los órganos de control y castigo deben actuar con diligencia y prontitud.

Los ciudadanos son presa fácil de la incertidumbre por cuenta de una clase dirigente y política comprometida con el estado de cosas oscuras que ha tenido que lidiar la sociedad. Los políticos, llámense partidos, movimientos o el Congreso, no recuperan la fe perdida.

2011 se caracterizó por el descubrimiento de una nueva patria boba para los colombianos. Los vivos hicieron de las suyas, se apropiaron de los dineros más sagrados, los de la salud, y varios de los delincuentes siguen campantes, listos para las novenas de aguinaldo.

Mientras las calles y avenidas son cráteres, huecos, congestión, trancones, polución, inmovilidad e inseguridad, los responsables de cambiar las cosas no aparecen, pero muy seguramente estarán entonando destemplados villancicos de paz al lado del pesebre.

La trampa, el dinero fácil, el tráfico de influencias y la negligencia hicieron de las suyas este año, sin que muchos de los malhechores estén tras las rejas.

El año nuevo debería ser el punto de partida para reconciliarnos con las buenas prácticas, las del buen gobierno, en casa, en la empresa, en la calle, en los negocios, en la política, en las alcaldías y gobernaciones.

Algo se ha hecho para curarnos de tanto depredador social, pero el ambiente nacional aún huele mal.