Orlando Cano Vallejo | El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Abril de 2016

MIRADOR

Paz y café

 

COLOMBIA no debe perder la cabeza el día que finalmente asistamos a la firma del proceso de paz con la insurgencia de las Farc. Sería un error histórico no estar preparados, al menos, mentalmente, espiritualmente y culturalmente para recibir el posconflicto.

 

No va a ser fácil recibir de nuevo en casa a quienes por 50 años partieron del hogar, tomaron armas, las usaron, hicieron de las suyas e hirieron de muerte el corazón del país.

 

Tampoco será sencillo asimilar el regreso al hogar de quienes un día prefirieron el sonido de cañones, fusiles, bombas y explosiones, al de andar con altibajos la concordia nacional.

 

Más de cinco décadas de miedo, temor, zozobra y caos institucional. Una Nación a la defensiva por la inseguridad, sometida por secuestro y extorsión. El chantaje de quienes tomaron la otra vía.

 

Un corazón valiente simboliza el tesón de nuestras gentes en medio del conflicto.

Sin embargo, es hora de pasar la página de la horrible noche y mirar con esperanza el nuevo día.

 

Un nuevo despertar ilusiona en medio de un clima de fe y optimismo por diálogos de paz en Cuba.

 

La reparación de víctimas es crucial para cicatrizar heridas, aunque inevitable: quedarán cicatrices.

 

Perdonar lo impensable es la salida. Renunciar a resentimientos, condición para sanar lesiones.

 

En esa dirección, el gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez Vallejo, planteó a este cronista la posibilidad de que exguerrilleros de las Farc se vinculen a faenas del gremio como cultivadores.

Un café a la concordia.

 

Lo harían en zonas aptas para sembrar café. Tendrían las mismas condiciones del resto de caficultores. Precio de sustentación, asistencia técnica y compra de la cosecha.

 

La idea del zar del café tiene contenido social. Que una parte de exmovilizados trabajen la tierra, logren sustento y aporten al desarrollo productivo. El café los acogería como productores con los beneficios que hoy tiene esa industria.

Se les podría ubicar en una franja de la cordillera oriental donde se ampliaría la frontera cafetera hoy en 900 mil hectáreas.

 

Colombia le apuesta este año a una cosecha de 13.5 millones de sacos o algo más si el clima ayuda. El fenómeno del Niño malogró 1 millón de sacos de 60 kilos. La producción cafetera vale $6,3 billones.

 

Darle un tajo de 40 a 50 mil hectáreas de café a exguerrilleros contribuiría a su reintegración social y sería ejemplo de responsabiliza política y enfoque productivo.

 

Tinto colombiano en pocillo grande para el posconflicto.