Otras sociedades posibles (I) | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Diciembre de 2021

Aumentar la consciencia, despertar, no es tarea sencilla.  El primer obstáculo, de muchos, es no darnos cuenta de que estamos dormidos.

Dado que vivimos entretenidos -y divertidos, que es estar fuera de nosotros mismos, desviados, alejados, de acuerdo con el diccionario de la RAE- creemos que estamos muy despiertos porque permanecemos hiperconectados a grandes velocidades, trabajando virtualmente, produciendo dinero, subiendo videos y viendo los deportes mundiales, así como a los “héroes” del momento, entre otras cosas; distracciones hay millares. ¿Con qué realmente estamos conectados, solo con el afuera o también con el adentro? No son excluyentes, pero los grandes estímulos del afuera favorecen que perdamos conexión con nosotros mismos.  No me cabe duda de que para ello han estado diseñados: ahí está el segundo gran obstáculo.

Si elevamos la consciencia somos capaces de crear una nueva humanidad, a la cual estamos llamados. Sociedades en las que prime la solidaridad ante la competencia, las relaciones circulares -en las que todos tenemos los mismos deberes y derechos, pero de verdad- ante aquellas verticales que por más que se “horizontalicen” se basan en jerarquías, como las realezas de la Edad Media, que aún hoy en sus estertores continúan fragmentando. Cosa distinta son las holoarquías, en las que un nivel superior integra y trasciende al anterior, como las mamushkas rusas, que desde la semejanza se relacionan cuando la grande contiene a la pequeña y a su vez ella a la más chica. Es ese el maravilloso principio de fractalidad, en el que el todo se refleja exactamente en las partes, que a su vez son todos.

Las sociedades holísticas son posibles, pero nos quieren hacer creer que no o que estamos a años luz de lograrlo. ¿A quiénes no les interesa que cambie el statu quo? A los que nos mantienen divididos lucrándose de ello, porque estamos tan entretenidos que no nos percatamos: algunos no quieren darse cuenta y prefieren seguir en la zona de confort de la competencia, en vez de la de aprendizaje desde la solidaridad. Otros están despertando, aunque la anestesia sea poderosa: la antigua fórmula romana es ahora más vigente que nunca, aunque el pan es menos abundante que el circo, que hoy en día es digital, iluminado, colorido, atractivo, con mensajes cortos y contundentes: “sé feliz, te tengo la fórmula”.  Detrás de tanta narrativa de felicidad se esconden hábilmente el consumismo, la competencia y la discriminación.  Claro, hay quienes ofrecen felicidad de muy buena voluntad…

¿Seguimos cayendo en trampas de división? ¿Continuamos creyendo en “ellos” vs. “nosotros”, jurando -por supuesto- que ellos son los malos y nosotros los buenos, porque así nos lo venden? ¡Podemos salir de la dualidad, podemos construir otras formas de relacionarnos!...

@edoxvargas