“El liderazgo ha de ser humanista”
Hace un par de meses éramos testigos de una frase “La jugadita”, que no es más que el resultado de la crisis en la formación en valores de los colombianos; de esa mala praxis del padre al hijo cuando le dice “no se deje”, “péguele también”, “no sea bobo”, etc., lo que nos lleva a afirmar que en Colombia hacen falta muchos bobos, pero bobos que cumplan, que sean éticos, moralmente íntegros, transparentes, probos y honestos.
Debemos desterrar la jugadita, la marrullería, el mico, el chanchullo, el orangután, la mermelada, la trampita, el trato torticero, el “cvy”, la maña, el “miti-miti”, el “se le tiene, pero se le demora”, el “con una extra sale” y todo lo que sea sinónimo de inobservar tanto la ley, como las normas morales que regían la sociedad.
Por eso, causa extrañeza que tan sólo cada cuatro años, los partidos políticos, previo a la celebración de alguna jornada electoral, se acuerden de realizar “Pactos por la ética”, en este caso, un Pacto Ético por la Información, que busca evitar la proliferación de campañas desinformativas como herramienta para ganar los comicios de octubre. Pero ¿Cuántos procesos han llegado a su fin en años anteriores, luego de denunciar el uso de la violencia, el soborno, la trashumancia electoral, la alianza con grupos al margen de la ley o la realización de cualquier forma de chantaje o presión indebida, como forma de obtener ventajas políticas o electorales?, ¿Cuántos candidatos quemados y elegidos han sido sancionados no obstante exigírseles dar cabal observancia a los topes de financiamiento electoral? Hace años en esta columna propuse la creación de un Sistema Integral de Prevención de Lavado de Activos en Elecciones -Siplael-, pero a nadie le interesó presentar ese proyecto de ley.
Iván Duque manifestó recientemente que “Un pacto por la verdad y la calidad de la información va en defensa de los valores de una democracia cuando delega a los ciudadanos la capacidad de elegir”. Pero, me pregunto ¿Vivimos los valores de la democracia?, ¿La isonomia, la isogoria y la isocracia se aplican en su extensión?, ¿La capacidad de elegir es libre o está coaccionada?
La ética y la transparencia es lo que puede unir a los colombianos en un objetivo común que supone actuaciones transparentes de todos los integrantes de Estado. La adopción de estándares éticos comunes que contribuyan a prevenir y mitigar los riesgos de corrupción debe ser el verdadero compromiso de cada colombiano, para que su interés sea aplicar la ley, cumplirla, vivirla y hacerla efectiva, para que nuestra “jugadita” sea por una Colombia transparente, para que las fórmulas transformadoras castiguen la cultura del incumplimiento; para que la confianza pública y privada en la palabra empeñada vuelva a ser el mayor atributo de una persona y genere el reforzamiento de ese Areté de los griegos, del prestigio personal, tan poco visible en muchos conciudadanos.
En otro ámbito, también causa incertidumbre en que para poder celebrar los Juegos Deportivos Nacionales se haya tenido que suscribir un Pacto por la Ética y la Transparencia, que incluye el cumplimiento de compromisos como la legislación vigente en materia contractual, la aplicación de los principios que rigen la función administrativa, la publicación de los procesos contractuales, el cumplimiento de la carta deportiva fundamental de los Juegos, y la implementación de pliegos de condiciones o invitaciones públicas.
Finalmente, una frase de Albert Cortina para tener en cuenta: “No hay futuro sin ética. No hay ética sin estrategia. No hay estrategia sin gobierno. No hay gobierno sin liderazgo. Y lo más importante: El liderazgo ha de ser humanista”.