“El virus nos unión como humanidad”
Tenemos que dar la talla. Este reto colectivo no puede quedarnos grande. Es verdad, estamos ante una crisis que nos tiene a todos con los nervios de punta. No solo es la pandemia por efectos de la propagación del virus, sino también la reacción de los mercados y las bolsas en el mundo entero. El precio del dólar por las nubes. El precio del barril del petróleo por el piso por la guerra (¿estratégica?) entre Rusia y Arabia Saudita. Cuarentenas decretadas en España, Alemania, Francia e Italia. Vuelos cancelados. Eventos deportivos suspendidos. Supermercados atiborrados de gente y con las estanterías desocupadas sin papel higiénico. Y hasta Tom Hanks infectado.
Un gran amigo me hizo llegar hace unos días el cuento de Gabriel García Márquez “Algo muy grave va a suceder en este pueblo” y que narra cómo una señora tuvo un mal presentimiento una mañana y se lo contó a un familiar. Acto seguido el rumor del mal presagio se volvió viral y la gente abandonó el pueblo. La mujer del presentimiento caminando hacia el exilio ratificaba su propio vaticinio en medio del caos generado por un pensamiento “yo sabía que algo horrible iba a pasar”, se decía.
Pero hay esperanza. El virus nos unió como humanidad. Nos recordó el nivel profundo de conexión que tenemos. Allá en la China en el origen de la pandemia, ya levantaron el aislamiento forzado. Se controló el contagio y la gente volvió a las calles. Los italianos desde los balcones de sus casas cantaron el himno nacional y se volvió viral compartir en las redes sociales los escritorios que cada cual adecuó en su casa para hacer teletrabajo.
En Colombia, el Gobierno ha ido tomando medidas, pero lo más certero es cerrar las fronteras y aislarnos. Esa es la lección que nos dejan los que no lo hicieron. El nulo contacto social es la gran protección y aunque parezca exagerado, no hacerlo nos pone en riesgo a todos.
Tenemos que actuar con ética. Hacer lo correcto en estos momentos es cuidarnos en colectivo y dejar las actitudes egoístas para otros tiempos. Eso de me salvo yo y el vecino que se friegue, no es una buena estrategia en este momento.
Debemos salir de esto vivos, juntos y sanos. Lavarnos las manos hasta el cansancio. Alimentarnos bien para subir y mantener las defensas altas. Cuidar a los niños y adultos mayores. Aislarnos si tenemos gripa. No entrar en pánico, no difundir terror y así como estamos alborotados con la lavadera de manos, aprovechar y lavarnos también la cabeza y el corazón de tanta cucaracha. Y ser mejores versiones de nosotros mismos. Por ahora no caben los liderazgos negativos, que critican, se burlan y aprovechan el caos como en el cuento de García Márquez para generar más terror.
Vamos a salir de esta. Seamos optimistas. Propaguemos a la par con el virus, una pandemia de buenos tratos, de colaboración colectiva, de generosidad. Hay muchas personas que no quieren creer o aceptar que estamos metidos en este problema. No sé si las teorías conspirativas tengan cabida para creer que en alguna parte del planeta hay cuatro tipos tomando whisky y diciendo “todo salió como lo planeamos”. Independiente de eso, que es hasta chistoso, echemos mano de nuestro sentido del humor. Acompañémonos, démonos ánimo y seamos responsables. En nuestras manos (bien lavadas) está la protección que necesitamos.