Seguimos viviendo en el mundo los coletazos de los “Pandora Papers” y la diferencia de éstos dependiendo del país. Mientras en Chile el presidente Sebastián Piñera ya está siendo investigado formalmente por la fiscalía, en Colombia siguen saliendo críticos de la publicación. Lo sorprendente es que en los cuestionamientos a la información revelada, nadie ha hecho un análisis de fondo de lo verdaderamente delicado: La desigualdad de los sistemas tributarios.
Se entiende que tener cuentas en el exterior mientras se declaren ante el fisco no es ilegal. También se sabe, que existen muchas razones para que empresarios decidan abrir cuentas “offshore” debido a la complejidad de las estructuras que manejan sus organizaciones. Sin embargo, conocemos muy bien que los sistemas tributarios de todos los países tienen zonas grises, o los llamados “loop-holes” en inglés, que son aprovechados por abogados expertos en la materia para lograr que sus clientes paguen menos impuestos. Esto no es algo que se le pueda criticar a quien lo hace, los individuos toman decisiones racionales y eso implica maximizar su beneficio. Y si para maximizar su beneficio tiene que contratar los servicios de costosos bufetes de abogados, que sin hacer nada ilegal, construyen andamiajes jurídicos sofisticados para pagar menos impuestos pues así lo harán.
Lo aberrante de lo revelado por los “Pandora Papers” son los incentivos y la inequidad del sistema. Mientras que los ricos pueden contratar grandes firmas para tributar menos, la gente de a pie, los asalariados, terminan pagando una tasa efectiva de impuestos mucho mayor. Es como el caso del champú: si usted solo puede comprar un sobrecito, eso que llaman saché, porque no tiene plata, pero se quiere lavar el pelo, termina pagando mucho más por mililitro, que aquel que si tiene el dinero para comparar un tarro entero. Igual sucede con los impuestos, ese que tiene más dinero puede contratar asesores para tributar menos, mientras que al resto les toca acogerse a la tasa más alta de tributación. La diferencia es que el caso del champú obedece a las dinámicas del mercado y la producción en masa, cuando las diferencias tributarias obedecen a “fallas” de la política pública.
Como lo dije, no se debe culpar a quien lo hace, pero quien tiene la posibilidad de pagar costosos honorarios de abogados para pagar menos impuestos, no dejara de ser rico por pagar eso y un poco más al fisco de su país. En cambio, sí estaría contribuyendo a tener una sociedad mejor. Pero eso no se lo podemos dejar a la ética de cada individuo, esto debe ser una prioridad de los gobiernos encargados de asegurar una política fiscal y tributaria realmente progresista y sin ventajas para los ricos. Entonces, no debemos quejarnos tanto ante los ricos que no están pagando sino ante nuestros políticos que lo están permitiendo.
Así que antes de salir a criticar la investigación, recordemos que gracias a una publicación similar en el pasado, Panamá endureció sus políticas para la creación de cuentas “offshore” y aceptó después de mucho negarse, el intercambio de información con Colombia. Hoy la DIAN recauda más gracias a esa colaboración. Por eso, esperemos que con los “Pandora Papers” pase lo mismo: que las naciones entiendan que desde los propios sistemas tributarios se está generando una gran inequidad.