“Los principios no pueden ser alterados”
Cumplimos 169 años de existencia, enormes logros y grandes frustraciones. Es el devenir de una colectividad unida por sus principios y valores, la que más presidentes ha puesto en la historia republicana de Colombia. Nunca ha perdido vigencia el ideario conservador y menos ahora donde el relativismo moral y las nuevas tendencias llamadas “progresistas” buscan a toda costa permear las ideologías sólidas, garantía de una sociedad sana y de unas nuevas generaciones prometedoras pero amenazadas hoy por el todo vale.
En el marco del evento llamó la atención una conferencia a cargo de un señor Mejía, asesor ideológico del partido. Su orientación contrastó con el discurso del presidente del Directorio, Hernán Andrade, quien invocó la esencia de nuestra filosofía conservadora, aquella de los fundadores que ha hecho posible estos casi dos siglos de historia. Anunció nuestro rechazo a la permisividad de la dosis mínima y a los violadores de niños. En ese contraste, yo no lograba entender cómo el conferencista animaba al Partido a la aceptación del cambio en temas tan delicados como la identidad de género, un exabrupto cuya bandera irrenunciable es de los partidos de izquierda.
Si bien es cierto que los tiempos cambian, también es cierto que los principios no pueden ser alterados. El principio de la vida, en donde se nace hombre o mujer, no puede ser relativo. En esto el Partido Conservador históricamente ha sido un fiel guardián. Por lo tanto, decirnos en esa conferencia cómo debe ser el conservador del siglo XXI, apoyando la relatividad de género, es pisotear nuestros valores, es perder nuestra identidad, es convertirnos en una amalgama de electores sin defensa de nuestro sano ideario.
Se equivocó el Partido con esa conferencia, no es infiltrando nuestra doctrina que se conquista electores, es manteniendo la fidelidad al ideario, a los principios y valores conservadores. Soy conservador porque creo en el orden, en la libertad sin opresiones, en la democracia y en la esencia de la vida.
Creo que es el momento de plantear un foro ideológico, donde el Partido abra el debate sobre esas nuevas tendencias; donde reafirme su ideario y saque conclusiones; oriente, desde el consenso, cómo debe manejar esos temas; y evite el sincretismo político, que es el peor de los caminos, es abrir la puerta a la desfiguración. Por supuesto, no se trata de desconocer las realidades que afloran, pero tampoco en aliarse con ellas en busca de electores. No es encaminar al Partido para unos pocos, como dijo el conferencista, pero tampoco es entregarlo ideológicamente a nuestros contrarios.
Nuestra obligación conservadora es conservar lo valido, lo fundamental, defender a la sociedad y, en especial, a la juventud de los antivalores; es educar, formar, preservar todo aquello que parte de la ley natural y de la ley de Dios. Somos un partido creyente y eso no puede cambiar, como tampoco pueden cambiar los principios consagrados en la Constitución. Nos podemos adaptar al mundo actual, a la tecnología, al mundo moderno, pero desde la conservación de nuestras ideas ¡Por eso somos conservadores!