Iba a escribir sobre el “zaperoco” creado por Gustavo Petro, con sus malpensadas y poco estudiadas reformas, como la de salud y la de pensiones, y con sus obtusas amenazas, divisorias e incendiarias, gritadas desde un balcón del palacio presidencial, al estilo del trasnochado comunismo del siglo pasado. Sin embargo, no lo haré. Ya habrá tiempo de sobra para combatir esta debacle que apenas comienza.
Escribiré sobre Pedro Gómez Barrero, quien nos acaba de dejar y se merece ser reconocido como un personaje colombiano de esos que han creado progreso, desarrollo, empleo y riqueza, comenzando prácticamente de ceros. Uno de esos que demuestran cómo, en Colombia, no es la cuna la que marca un destino, sino el valor, el propósito, la inteligencia, la constancia y la capacidad. De esos hombres de paz que Gustavo Petro pretende denigrar llamándolos “oligarcas”.
Pedro Gómez nació en Bogotá en 1929. Sin embargo, siempre consideró su patria chica a Cucunubá, tierra de sus ancestros. Hijo de una maestra de escuela, dedicó muchos de sus esfuerzos a premiar el trabajo de los docentes colombianos.
Desde su juventud fue un hombre de propósitos fijos, metas retadoras y una arrolladora fortaleza para lograrlas. Pedro era ante todo un hombre seguro de sí mismo, esa cualidad lo llevó a realizar obras que un hombre menos resuelto, jamás habría logrado.
En su juventud trabajó como celador nocturno para poder pagarse sus estudios y así obtener un título de abogado, su primera meta, la cual logró en la Universidad del Rosario.
Representó con éxito muchos roles en la vida; fue juez, constructor, embajador, negociador de paz pero, ante todo, fue un visionario que con sus obras, como sus urbanizaciones rodeadas de parques, árboles y jardines y sus bien concebidos centros comerciales, los primeros en Colombia, logró que Bogotá entrara en la modernidad, convirtiéndola en una ciudad cosmopolita.
Pedro fue ante todo un mecenas. La Fundación Compartir era para él su más destacada obra. Fue concebida entre 1979 y 1980 con el propósito de atender las necesidades urgentes producidas por las catástrofes naturales. Desde su fundación, Compartir se convirtió en modelo de solidaridad y búsqueda de equidad en el país.
Durante 40 años Pedro encabezó, desde su junta directiva, los diferentes proyectos llevados a cabo por dicha Fundación, entre ellos los Premios Compartir al Maestro y Compartir al Rector, un homenaje a los maestros y rectores de Colombia. La Fundación analiza su trabajo, propósito y metodología como docentes y el impacto de estos en sus estudiantes y en sus comunidades, premiando con importantes ayudas económicas, becas y prestigio, a los maestros y rectores más sobresalientes del país, “con el objetivo de promover la valoración social de su labor, visibilizar sus prácticas pedagógicas y apoyar su profesión.”
El desarrollo de viviendas populares y colegios en dichas urbanizaciones y la Campaña #GraciasMaestro, fueron proyectos de gran impacto igual que Festilana, Misión Cucunubá, cuyo propósito fue impulsar a los tejedores de lana de oveja de la región, dándoles capacitación para mejorar la cría del animal, la modernización de sus diseños, promoción, venta y exportación de sus productos. Festilana atrajo al encantador Cucunubá, compradores de productos manufacturados en lana y a diseñadores colombianos e internacionales.
Pedro Gómez Barrero vivió una valiosa vida. Descanse en paz querido amigo.