Pensamiento crítico consciente | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Enero de 2025

Cuántas veces nos ha sucedido que compartimos una información no comprobada, quizás absurda o falsa, porque actuamos por impulso. Nos hemos preguntado si ¿estamos perdiendo nuestra capacidad de pensar críticamente? En el momento actual, donde la inmediatez y la sobrecarga informativa parecen dominar muchos contextos, detenernos a reflexionar sobre la calidad de nuestro pensamiento es más importante que nunca. No solo para evitar errores, sino para construir una forma de pensar que permita actuar con propósito, evaluar acciones y contribuir de manera consciente al mundo que nos rodea.

Richard Paul y Linda Elder, del Centro para el Pensamiento Crítico en Estados Unidos, describen el proceso de pensamiento crítico como una reflexión que cuenta con herramientas intelectuales para mejorar la calidad de las reflexiones. Señalan que los mejores pensadores no actúan por impulso, ni se limitan a reaccionar ante las circunstancias; por el contrario, son personas que deliberadamente examinan sus pensamientos, identifican sus fortalezas y debilidades, y, sobre todo, se esfuerzan por dudar de sus propios procesos mentales.

El pensamiento crítico no es simplemente una herramienta académica; es una habilidad fundamental para la vida actual. Nos ayuda a distinguir lo auténtico de lo falso, lo valioso de lo trivial, lo razonable de lo absurdo. Un ejemplo cotidiano de la ausencia de pensamiento crítico lo podemos encontrar frente a las fake news, cuya divulgación se propaga de manera acelerada en las redes sociales. Frente a ellas, de acuerdo con el MIT Sloan School of Management -2018-, las noticias falsas se difunden seis veces más rápido que las verdaderas. Posiblemente porque se apela a la emoción y a los prejuicios, eliminando la posibilidad de profundizar, analizar y dudar. En este sentido, aplicar el pensamiento crítico como una práctica consciente permite hacer un alto, cuestionar y discernir, antes de aceptar lo que se nos presenta.  

Así mismo, Paul y Elder enfatizan que los mejores pensadores utilizan herramientas para mejorar su razonamiento. Saben expresar sus pensamientos con claridad, comprobar su precisión y mantener la relevancia de sus análisis. En un entorno personal o profesional, esta habilidad permite evaluar riesgos, desarrollar estrategias efectivas y generar soluciones innovadoras para problemas complejos. De igual manera, el pensamiento crítico ayuda a identificar sesgos propios, evaluar argumentos con rigor y encontrar soluciones creativas. Sin embargo, la habilidad requiere de práctica constante. Evaluar el pensamiento no es un proceso automático, debe ser aprendido y desarrollado conscientemente. Implica el reto de poder distinguir entre pensamientos, sentimientos y deseos.

En las organizaciones, el pensamiento crítico es más que una herramienta estratégica; es la base para una gestión efectiva en entornos cada vez más dinámicos. Permite a los equipos analizar problemas desde diferentes perspectivas, cuestionar y tomar decisiones fundamentadas en análisis profundos y ojalá, datos sólidos. Además, el pensamiento crítico fomenta la cultura de innovación, reta al status quo y promueve la generación de ideas disruptivas.

Sin embargo, el desafío principal radica en que vivimos en un entorno que constantemente conspira contra el pensamiento crítico. Las redes sociales, diseñadas para maximizar nuestra atención, y otros entornos, por el ritmo de vida acelerado priorizan la velocidad sobre la profundidad, el clic fácil sobre la reflexión pausada.

Pero renunciar al pensamiento crítico sería aceptar la mediocridad como norma. Perder la autonomía mental, la capacidad de tomar acertadas decisiones y de actuar con propósito.

Necesitamos promover una cultura del cuestionamiento donde no solo se celebre el saber, sino también la duda constructiva y la búsqueda de la verdad. Como sociedad, su desarrollo debería ser una prioridad no solo en el ámbito educativo, sino también en el cultural y, urgentemente, en lo político y las responsabilidades ciudadanas.