Estamos próximos a cumplir un año de estar bajo la situación generada por la pandemia del covid-19. Entre febrero y marzo del año pasado se inició para la humanidad un camino que no había recorrido hasta ahora, al menos en tiempos recientes, y un camino que no le había correspondido a toda la humanidad, sino que en ocasiones correspondió a ciertas naciones, culturas, comunidades.
Pero esta es la primera vez que toda la humanidad se ve envuelta en un camino de crisis que nos ha afectado a todos. Al comienzo no creíamos. Después empezamos a descubrir que el tema era muy serio. Posteriormente nos hicimos la ilusión de un camino corto y finalmente nos hemos dado cuenta de que la amenaza era muy seria y que lo mejor era afrontarla con seriedad, con constancia y con toda la humanidad unida en el propósito de vencerla.
Muchas han sido las claves que nos han permitido llegar hasta hoy a la inmensísima mayoría de los seres humanos. Una de esas características ha sido la perseverancia. Hemos perseverado, en primer lugar, en la noción de que se trata de un asunto delicado; hemos perseverado en la idea de protegernos todos; hemos sido constantes, la gran mayoría, en asumir las nuevas condiciones para que la vida pueda continuar, así sea momentáneamente con grandes limitaciones.
Hoy, casi un año después, pareciera que ya vemos luces al final del camino, aunque no debemos cantar victoria demasiado tempranamente. Los caminos de la humanidad, los grandes caminos, los grandes logros, las grandes conquistas de la humanidad, se han caracterizado siempre por la perseverancia. Es la historia de las grandes epopeyas de los pueblos, es la historia de la ciencia, es la historia de la educación, es la historia de las grandes religiones, es la historia de vidas individuales que han sido notables, historia de perseverancia en la claridad de la meta, historia de la perseverancia en la claridad de los riesgos, historia de la perseverancia en busca de la luz y de la libertad.
Al llegar a este año primero de la pandemia, volvamos a entusiasmarnos con ser perseverantes en los métodos para vencer a este gran enemigo; seamos constantes en la noción de que la solución está en manos de todos. Creamos firmemente que si nos disciplinamos más y más en la búsqueda de nuevas condiciones mejores, estas van a llegar. Tienen un precio y exigen un esfuerzo, pero si queremos podremos llegar a las nuevas situaciones.
Recordemos desde nuestra fe judeo-cristiana la perseverancia del pueblo de Israel cuando abandonó Egipto en busca de la libertad y de la tierra prometida. Recordemos el camino de Jesucristo hasta la cruz y hasta la resurrección, perseverando en la voluntad de Dios, que finalmente lo resucitó. Y recordemos tantas situaciones de alegría en la vida de cada uno de nosotros que han sido fruto de nuestra perseverancia, de nuestro tesón, de nuestros esfuerzos, de ese acudir a lo mejor que hay en el ser humano, en su espíritu, en su alma, en su corazón.
Que sea este un tiempo para animar a todo el que pudiera estar cansado de caminar en la actual situación. Que sea un tiempo para que los fuertes sostengan a los débiles y los que tienen más ánimo a los que han perdido la alegría. Los que creemos profundamente en que siempre hay salvación, tendamos la mano a quienes han perdido la esperanza. Si seguimos caminando juntos, seguramente aparecerá el nuevo y mejor día, la Tierra Prometida, donde los seres humanos podremos seguir viviendo en paz, en alegría, y perseverando en la construcción de un mundo mejor. ¡Ánimo, todos para adelante!