Gustavo Petro hace gala de su infinita capacidad de mentir al negarse a reconocer su estruendosa derrota en las urnas el 29 de octubre. O quizá, su desmesurado ego no le permite asimilar lo ocurrido.
Pero no, claro que sabe el voto castigo con que la ciudadanía se manifestó en contra de su gobierno. ¡Claro que lo sabe! Por eso se negó a reunirse con los alcaldes de las capitales y ciudades más importantes de Colombia que se atrevieron a votar en contra de sus candidatos, propinándoles una indiscutible derrota.
Su actuación la semana pasada al reunirse solo con los alcaldes electos que él considera posibles aliados, en vez de hacerlo con todos los nuevos mandatarios, amigos u opuestos a su gobierno, como lo han hecho tradicionalmente después de una elección, todos los presidentes de Colombia, dejó muy claro que Petro está enfurecido y continuará con política de división, rencor y odio.
Esta actuación nos dejó ver a los colombianos que su discurso de la noche del día de elecciones, cuando declaró que trabajaría con todos, fingiendo una magnanimidad que no tiene, ni conoce, fue una más de sus patrañas.
Petro no entendió el claro mandato recibido de la gran mayoría de la ciudadanía: ¡queremos unión, no división entre los colombianos, no más odio, no más rencor, no más violencia; ¡queremos respeto!
Desgraciadamente Petro no entendió el mensaje de los colombianos, y por lo visto, en su afán de venganza contra las ciudades que no le dieron el voto, bloqueará o arrasará con muchos programas indispensables para esas ciudades. Quien se le haya opuesto, sufrirá las consecuencias. El “César” está enfurecido y acabará con los ciudadanos romanos que tuvieron la osadía de oponerse a sus deseos.
Esta primera actuación de Petro, después de las elecciones, demuestra la calidad de persona que es. No hay nada de estadista en él, nada de concordia o de humildad ante la derrota.
Por lo tanto, ¡ciudadanos, amárense los cinturones porqué el presidente está furioso y no le importa estrellar la nave colombiana con todos nosotros en ella!
Ojalá este equivocada, ojalá alguno de sus asesores, o su mujer, lo aconsejen y lo tranquilicen, poque una derrota puede ser superada con inteligencia, menos drama, alcohol, droga, o lo que sea que utiliza para superar sus extremos estados de ánimo.
Entre otras cosas, hace días que no hemos vuelto a ver a la señora Verónica Alcocer bailando por ahí ¿qué le estará pasando? Se podría decir que la tienen guardada. Tampoco a ella le fue bien en las elecciones; también le derrotaron a sus candidatos.
A Petro tampoco le va bien con sus negociaciones de Paz con el Eln. El secuestro del padre de Luis Díaz, estrella del fútbol, destapó algo bien sabido: al Eln poco le importa la paz y el gobierno no se moviliza a rescatar a los secuestrados sino cuando esto le da prensa.
Es hora de que el presidente escuche los consejos de gente valiosa como, el expresidente de la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández Galindo: “Un proceso de paz no puede implicar la sujeción de las autoridades legítimas a la voluntad, el chantaje o las condiciones que quieran imponer las organizaciones subversivas con las cuales se buscan los acuerdos”. ¿Entenderá Petro este valioso consejo?