“Vivimos trancados y respirando un aire que nos mata”
Mientras escribo estas líneas, los bogotanos tenemos por primera vez en nuestra historia pico y placa en un fin de semana. Una medida que tomó por sorpresa a la ciudad. ¿La razón? El nivel de contaminación del aire. No es un juego lo que está pasando en una ciudad donde, según el observatorio ambiental de Bogotá, más de medio millón de niños sufren anualmente de enfermedades respiratorias agudas: una enfermedad asociada con el subdesarrollo.
Hace unos meses escribí sobre el tema diciendo que la Organización Mundial de la Salud recomienda no sobrepasar los 50 microgramos diarios de partículas en el aire. En Bogotá la media está muy por encima de lo que recomienda la OMS. Posiblemente el clima no ayudó la semana pasada y las alarmas se prendieron. Sin embargo el problema hay que analizarlo como un todo y no por pedazos desconectados. El ambiente nos está matando debido al mal aire que todos, sin distinción de estrato, respiramos. La flota de buses y camiones chimenea aporta un porcentaje importante en la contaminación, y por supuesto el exceso de parque automotor. Estando trancados, la emisión de gases innecesarios se multiplica. La ciudad está atascada y el ranking de Inrix de la semana pasada nos ubicó en el vergonzoso tercer lugar en el mundo. Lo que nadie dijo fue que descendimos tres puestos, porque en el 2018 éramos sextos en la misma medición. Es decir, vamos de mal en peor. A esto me refiero con que Bogotá ofrece mal-estar.
Vivimos trancados y respirando un aire que nos mata. Para ahorrar tiempo, la gente compra motos que congestionan más el tráfico. El servicio de Transmilenio es ineficiente, hoy con una flota antigua de chimeneas que nos enferman, que han visibilizado las redes sociales, y que esperamos sea cierto va a ser reemplazada por una realmente limpia. La gente que decide utilizar medios alternativos como la bicicleta, patinetas o caminar son héroes del medio ambiente y la movilidad, pero se quejan con toda la razón que mientras le aportan a la ciudad, se envenenan.
Cada uno tira para su lado y hasta ahora no ha habido un proceso colectivo de construcción de soluciones. Todos los actores, peatones, conductores privados y públicos, ciclistas, motociclistas entre otros, tienen algo que aportar. Aquí hay que premiar la legalidad y el compromiso y cerrar la puerta a quienes abusan del sistema para su beneficio.
En todo caso, una medida tan cuestionada quedó sobre la mesa en el debate electoral. Habrá que ver los resultados sobre el medio ambiente (pregunta, ¿estamos seguros que no habíamos estado así de contaminados antes?) y la movilidad, para evaluar con argumentos la implementación del pico y placa durante todo el día, aunado con el uso de tecnologías y combustibles menos contaminantes, pero siempre y cuando existan alternativas reales de control de la contaminación, de mejora de la movilidad y que impacten positivamente la calidad de vida de todos.
La salud de los bogotanos es prioridad, los beneficios a los legales una obligación y el respeto por el bien-estar de todos una bandera inaplazable.