Plomo sigue enfermando a niños | El Nuevo Siglo
Viernes, 31 de Marzo de 2023

Las concentraciones de plomo en sangre han disminuido considerablemente en las últimas décadas en todo el mundo, pero en América Latina -particularmente en Perú y México- la intoxicación por este metal pesado sigue siendo un fenómeno preocupante que afecta principalmente a la niñez.

Aunque el tetraetilo de plomo (TEL) ya no se usa como aditivo de combustibles para autos, otras fuentes de exposición causan un daño persistente al ambiente y la salud humana, como el consumo de agua contaminada de cañerías viejas, las baterías ácidas, ciertas pinturas, los incendios, la quema de residuos e incluso el avgas (gasolina con plomo usada en la industria aérea), detalla un artículo que se publicará en la edición impresa de mayo de la revista Chemosphere.

Por su toxicidad extrema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica al plomo como uno de las diez sustancias de mayor preocupación para la salud. En concentraciones elevadas puede generar cambios cognitivos y neuromotores, con unos 600 mil casos anuales de discapacidad intelectual en niños.

“Ellos lo absorben rápidamente y pueden nacer con déficit de desarrollo si sus madres han estado expuestas durante el embarazo”, explica vía WhatsApp Abel Gilvonio, asesor de la Plataforma Nacional de Personas Afectadas por Metales Tóxicos de Perú.

En ese país el tema resulta especialmente sensible, ya que más de 10 millones de personas (31 % de la población) están expuestas a metales pesados y otras sustancias químicas, según el propio Ministerio de Salud. De ellas, 80 % son niños de hasta 11 años.

“El plomo hace daño en todos los órganos, pero tiene una particular afinidad por el cerebro”, agrega la investigadora mexicana Mara Téllez Rojo, una de las autoras de un estudio que reveló que en 2020 el 17 por ciento de niños (1,4 millones) de entre uno y cuatro años de su país estaban intoxicados por ese metal.

“Es un neurotóxico que genera problemas de comportamiento, atención y agresividad”, añade.

También se han reportado afecciones cardiovasculares, respiratorias, hepáticas, renales y reproductivas, e incluso efectos cancerígenos.

Tras la eliminación del TEL, hubo un rápido declive en los niveles atmosféricos globales, afirma en un correo electrónico Diego Lacerda, uno de los autores del trabajo de Chemosphere.

“Sin embargo, los millones de toneladas emitidos se depositaron en el suelo y siguen siendo una fuente de exposición” mediante su ingreso a la cadena alimentaria.

“En general, los países que más tardaron en eliminar el TEL son los que tienen poblaciones con mayores niveles de plomo en sangre”, explica.

En Latinoamérica, ese proceso comenzó en Brasil y Colombia (1991), para continuar en Argentina, Bolivia (1996), Ecuador, México (1997), Paraguay (2000), Chile (2001), Uruguay (2003), Perú y Venezuela (2005).

Después de África, Sudamérica es la región con las concentraciones más elevadas, en especial en Puerto Rico (10,6 microgramos por decilitro – μg/dl), México (10,5), Perú (8,7) y Uruguay (6,2).

Mientras que Estados Unidos considera que valores de 3,5 μg/dl ya ameritan una intervención, la Organización Mundial de la Salud sostiene que no existen niveles seguros.

Es importante que los países monitoreen la contaminación ambiental y humana”, plantea Lacerda, para quien “la prevención primaria es la forma de reducir la exposición”.

En 2017, una revisión de estudios sobre niños latinoamericanos sugirió que el porcentaje de menores en riesgo estaba subestimado. Este año, un reporte actualizado encontró que las concentraciones de plomo en sangre de esos niños excedían los límites recomendados en la mitad de los estudios evaluados.