Nada es nuevo en Colombia, porque aquí todo se puede, todo se admite, todo lleva el signo pesos impreso y hasta visto con admiración y Aprecio.
La corrupción es apetecida por la facilidad de practicarla, disfrutarla y eludir castigos y sanciones oficiales y sociales.
De tiempo inmemorial existen mecanismos para burlar los controles del Estado, de las agrupaciones políticas, entes de control, sociedad y comunidades, porque la corrupción es tan productiva, que alcanza para las más jugosas reparticiones.
Los corruptos poseen herramientas poderosísimas que les permiten escapar, disfrazar y hasta legalizar fraudulentamente sus fechorías. Conforman grupos de seguidores a través del fanatismo -que es ciego-, el populismo y la polarización. El signo pesos, enturbia ojos, ensordece, enmudece y enriquece.
En este país, y en la casi totalidad de naciones, está vigente el poema de Francisco Quevedo: “…yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado poderoso caballero es el dinero”.
Este poema llama la atención de muchos. Hace poco AMLO, el presidente de Méjico lo utilizó para denunciar la estruendosa corrupción en su país, al advertir que no se admitirá que “poderoso caballero sea don dinero: ya no comprará jueces…”
Aquí la cosa es moneda corriente: no hay licitación que no lleve la coima para repartir entre los ganadores, funcionarios y demás participantes. Funciona desde los pliegos sobre medidas, el estudio, las garantías y demás “articulitos”, hasta la celebración. La reciente licitación de los 70 mil millones de Centros Poblados es apenas una radiografía insignificante del universo anual.
Pero también existe el “caballero don dinero”, en decisiones estatales que ciertos funcionarios consideran ejemplares proezas.
Para muestra un botón: el llamado “pico y placa voluntario” que estableció la alcaldesa de Bogotá y que el año pasado llenó las arcas del Distrito Capital con 270.000 millones de pesos, a los que nadie les ha encontrado destino. Que se sepa, ni un solo centavo se ha destinado para tapar los millones de huecos que, podrían albergar el metro subterráneo.
“Poderoso caballero es don dinero”, dijo la administración a los usuarios de las vías públicas, fomentado de paso la “lucha de clases”. En una sociedad democrática y justa, existe igualdad para todos, no para “don dinero”. Quienes deben llevar sus hijos a los colegios, tienen que pagar el bendito ‘solidario”, por los altos costos del transporte escolar. El trabajo y las diligencias requieren el oneroso pago de la alcabala disfrazada e ilegal. Si Quevedo hubiera conocido a Claudia - ¿próxima candidata presidencial? - la incluiría en su poema, porque “hace iguales al rico y al poderoso”. Y no se hable del abismo entre el Soata que pagan las motos al que se aplica a los carros. ¡Poderoso caballero es don dinero!
BLANCO: La suspensión de la crisis por parte de Petro. Se elimina cese al fuego y el ELN, seguirá aplicando pena de muerte a los colombianos.
NEGRO: La forma como se despidió a la viceministra de Minas, Baliza Ruiz. Ningún ministro admite que alguien lo supere y por ello requieren amanuenses.