Polarización | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Julio de 2017

El Gobierno, a raíz del Acuerdo con las Farc, decidió dividir a los colombianos en “amigos de la paz y amigos de la guerra”. Crearon una fractura social que no existía, se inventaron el Plebiscito -creyendo que podrían manipular la opinión- y fundaron la campaña en la polarización, entre “buenos y malos”, suponiendo que el peso de la estigmatización inclinaría la balanza a favor del Sí, al ser lo “políticamente correcto”.

Hoy, son los responsables de haberle subido el tono al debate político por cuenta de descalificar, insultar y estigmatizar a la oposición. La diferencia de opiniones ya no se tramita con el debate argumentado sino con el insulto y el señalamiento. El experimento del Gobierno para legitimar el Acuerdo de Paz terminó siendo un medio generador de violencia. Pasamos de ser opositores a ser enemigos.

Los colombianos estamos acostumbrados al debate político, la discusión es un pan de cada día. Pero desde que terminó la llamada “violencia partidista” el Frente Nacional había logrado sanar diferencias y permitió la convivencia política entre liberales y conservadores, incluso la cooperación entre ellos en determinados momentos de la vida nacional. Ese pacto implícito, interiorizado por la sociedad, había permanecido hasta que Santos lo rompió.

Afortunadamente el Gobierno no cuenta con el respaldo popular, según las encuestas, apenas el 12% de los colombianos respalda su gestión. Por lo tanto, la verdadera polarización es entre el Gobierno –abusando del poder del Estado- y el 88% de los colombianos que estamos insatisfechos con la labor del Ejecutivo. Pero desde la Casa de Nariño han resuelto señalar a la oposición de ser la responsable del pesimismo que afecta a los colombianos, como si la mala situación por la que atraviesa el país no fuera un problema real, sino de percepción errada de los ciudadanos.

El Presidente de la República vive rodeado de un comité de aduladores que le impide comprender la realidad nacional y conectarse con los ciudadanos, siguen justificando el descontento popular en la supuesta falta de comunicación, en lo que han resuelto llamar “fake news” o en español “noticias falsas” en las redes sociales. Pero el problema no es de falta de comunicación –sino pregúntenle a Marketmedios-, ni de mentiras, ni de manipulación, el problema es real y el Gobierno insiste en negarlo.

Pero el precedente que han sentado es muy grave, primero, porque desconocer la realidad impide transformarla y segundo, porque han decidido atacar a los críticos en lugar de comprenderlos. El problema no es la polarización, el problema es la judicialización de la política y la politización de la justicia. El problema no es que haya problemas, el problema es que no se persigan sus causas pero si a quienes los hacen visibles.

Juan Manuel Santos en lugar de unir a los colombianos alrededor del propósito de alcanzar la paz, buscó dividirnos, enfrentarnos, clasificarnos entre pacifistas y guerreristas. Rompió con la convivencia que se había logrado con el Frente Nacional y más tarde con la Constituyente del 91. Seguramente, la salida a esta situación tendrá que ser una nueva Asamblea Nacional Constituyente, que les devuelva a los colombianos su derecho a decidir y recomponga el andamiaje institucional del Estado. La democracia, en últimas, no es más que un método civilizado de tramitar las diferencias.

@SHOYOS