Al ver los titulares de prensa, con noticias tan contradictorias desde los mismos gobernantes, y entre las de tanta moda “redes sociales”, que utilizan hasta personas que debieran dar signos de ponderación y serenidad, llegamos a tremendo susto sobre el futuro de un país manejado de esa manera. Hay que tomar conciencia del gravísimo mal que ese comportamiento está causando, y dar un colectivo frenazo a tal situación.
“¡No jugar con candela”! es el grito unánime que se debe hacer sentir de parte de quienes amamos, de verdad, a Colombia.
El país nuestro ha dado un margen de espera al actual Gobierno, que con pregones de izquierda llegó al poder. En su recto deseo que ha de tener, “de darle al país lo mejor”, y ser consciente que, para lograr realizaciones efectivamente históricas, debe obrar con la serenidad y ponderación que reiteramos. No más estar diciendo improvisadamente una cosa, y, al otro día, en la misma forma, diciendo lo contrario.
En materia económica, en explotación petrolera, en decidido combate al narcotráfico, y, a todo crimen, cómo se necesitan las modalidades reclamadas, con el debido tino, necesitamos marcha seria, y bien acompasada, que consiga unidad de nuestra Nación, y no simples gritos callejero, cálculos electorales, ambiciones económicas y disfrute incontrolado del poder.
Importantes columnas periodísticas se van lanzando con grandes verdades desde distintos ángulos de la opinión, como de María Clara Ospina, Diego Arango, y del editorialista en El Nuevo Siglo. Impresionante el análisis que hizo Guillermo Santos Calderón (Tiempo 23-01-23), sobre “mentiras en redes sociales”. Señala que allí se simulan miles de trinos como si vinieran en diferentes usuarios, con mensajes que quienes los leen tomen la postura anhelada por estos picaros, sin que ninguno de los supuestos tuiteros exista”. Y ¡qué pensar si algo similar hacen quienes ejercen el mando del país! Y, en esta misma fecha, el ponderado exsenador y periodista Juan Lozano advertía con la mejor buena voluntad: “Para un revolucionario la tragedia más grande no es fracasar en el llegar al poder. La tragedia más grande es fracasar en el poder”.
Grave esa conclusión. Que la tengan en cuenta quienes llegan al mando del país, y no jugar con su suerte ni a realizar malabares politiqueros. Añadía: “Lo grave del fracaso de los revolucionarios es que el péndulo se devuelva con devastadora fiereza, que despierte la ira de sus antiguos compañeros, que se vea obligado a gobernar con mala gente, y que, para conservar el poder, ante insatisfacción popular, venga autoritarismos que acaben de asfixiar la democracia, tendiendo a sofocar el relevo democrático”.
Advierte: “Petro está en tiempo, ojalá corrija y evitemos esa galería de tragedias”. Agrego yo: “Que no caigamos en situaciones como la de Venezuela”.
Pido a Dios que estas voces sean escuchadas, con el ánimo de contribuir a una plena “paz total” que todos hemos de construir, primer propósito que pregona el Presidente.
*Obispo Emérito de Garzón
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