Muchos colombianos están indignados con la reforma tributaria que propone el gobierno y con la desconexión que ven entre ministro de hacienda, Alberto Carrasquilla, y las realidades del país. Las reacciones a su declaración de la docena de huevos a 1.800 pesos evidenciaron el sentimiento de rechazo de los ciudadanos frente al proyecto bandera del presidente Duque. Sin lugar a dudas es entendible el sentir de la gente; lo que no tanto, es el nivel del debate alrededor del tema. Políticos y líderes de opinión están reduciendo la discusión a un discurso populista que enardezca y ponga contenta a la galería.
Las críticas al ministro de Hacienda y su reforma no deberían tener su punto más álgido en cuestionar por qué no sabe cuánto cuesta una docena de huevos. No saberlo no hace más ni menos economista a nadie. Ese no es el listón para medir sus capacidades de construir una propuesta de reforma tributaría. Carrasquilla tiene la legitimidad intelectual y el suficiente perfil académico para elaborarla. No lo quiero comparar con los grandes economistas de la historia ni mucho menos, pero dudo por ejemplo que Keynes cuando trabajaba en su obra Teoría general del empleo, el interés y el dinero, tuvieran alguna idea de cuánto costaba el mercado en su casa. Se puede estar de acuerdo o no con el ministro y su visión económica, pero creo que existe consenso sobre su capacidad y formación.
Otra pregunta distinta es si por no saber el precio de una docena de huevos, el político esta desconectado de la realidad del país. Lo que se conoce en inglés como el Price of milk question, es una estrategia viejísima para calibrar que tanto saben de la vida común y corriente quienes nos gobiernan. Entre el grupo de los que han respondido equivocadamente a esa preguntan se encuentran presidentes socialistas como José Luis Rodríguez Zapatero de España y conservadores como David Cameron del Reino Unido. Por lo que es evidente que esa pregunta dice poco sobre la sensibilidad social de la persona en cuestión. Qué importa si saben o no cuánto cuesta la leche o los huevos, lo que queremos es que tengan conocimiento macroeconómico para manejar la política fiscal de un país.
Estando por tanto de acuerdo sobre la capacidad del ministro y la inutilidad de la pregunta de los huevos, nos queda responder lo verdaderamente relevante. ¿Es una reforma tributaria regresiva? ¿Perjudica a las clases medias y bajas? ¿Desestimula la inversión? Es ahí donde los comentaristas políticos, periodistas y demás twitter-expertos deberían centrar sus esfuerzos, pues una vez se apruebe no hay vuelta atrás. El populismo mediático lo único que logra es enfocar el debate en un tema superfluo e insulso desviando la atención de importante.
Tal vez lo único que le cabe de análisis a la respuesta de Carrasquilla, es saber que todavía los roles de género siguen muy desbalanceados. En Colombia seguimos siendo las mujeres las que nos encargamos de las cosas en la casa, lo que incluye el mercado. Seguramente si la pregunta se la hubieran hecho a una mujer esta habría acertado, por más ministra que fuera. Todavía son solo los hombres los que se pueden dar el privilegio de trabajar sin tener que estar pendientes del hogar, esa es una función que se le sigue delegando a la mujer.