Faltando solo dos meses para la celebración de elecciones, el panorama español es cada vez más sombrío para que el gobierno socialista de Pedro Sánchez pueda continuar en el poder al que llegó hace menos de un año por un exceso de confianza del entonces presidente Mariano Rajoy. Esta perspectiva tiene muy contentos a los españoles que están cansados de los erráticos traspiés de Sánchez.
Este era un controvertido personaje de la política andaluza que, de la noche a la mañana se vio catapultado al centro de la escena política, gracias al triunfalismo del Partido Popular y a una denunciada corrupción en el manejo de los recursos públicos.
La vaticinada derrota, algo así como la crónica de una muerte anunciada, sobreviene porque Sánchez se ha mostrado incapaz de encauzar los cambios que con urgencia reclama la sociedad española. Esto se agrava por la ola de inconformismo antisocialista que recorre hoy las principales naciones europeas. Una vez más ha quedado demostrado que la izquierda, tan eficaz en la lucha electoral, es un verdadero desastre cuando asume el poder y debe dedicarse a gobernar.
A esto se agrega que todas las alianzas que había logrado Sánchez en el parlamento para poder llegar a La Moncloa, se derrumbaron como un castillo de naipes ante la falta de gobernabilidad. Era algo que se veía venir por las promesas incumplidas y las excesivas apetencias burocráticas.
Sin embargo no se ha dicho la última palabra y de todos es sabido que Sánchez y los suyos no tienen escrúpulos cuando de sobrevivir se trata. Además la situación económica no les ayuda ya que el costo de vida está por las nubes y haciendo estragos en los bolsillos de los peninsulares. Un descontento que tiene crispados a los potenciales electores, dispuestos a arriesgarse con los populares, quienes tampoco tienen muy claro qué hacer cuando triunfen.
Si esto llega a suceder el futuro español puede estar en manos de Pablo Casado, un brillante y preparado palenciano de apenas 38 años y que actualmente se desempeña como el actual presidente de su partido. Ha sido uno de los protegidos de Aznar y en menos de una década ha desempeñado los principales puestos de la dirigencia nacional. Tiene, además, la ventaja de ser un estudioso consagrado y un orador de quilates.
En Colombia, las cosas no son muy diferentes. Hemos visto como la derecha se ha venido fortaleciendo de la mano del expresidente Álvaro Uribe. En contraste, el accionar de la izquierda, representada especialmente por Gustavo Petro, ha sufrido grandes reveses. Hoy la ruta colombiana se parece mucho a la española: se traza por un centro, bastante inclinado a la diestra. En eso están no sólo el presidente Duque sino también los que aspiran a sucederlo.