Enrique Peñalosa Camargo ha dedicado su vida al urbanismo moderno y ha sido, por ésta y otras muchas razones, un gran alcalde capitalino.
La modernización de nuestra ciudad ha tenido exponenciales adelantos durante sus dos administraciones. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos que, sin Peñalosa, Bogotá seguiría anclada al siglo pasado. Fue tal la envergadura y las dimensiones del cambio producido, que la pésima alcaldía intermedia de Gustavo Petro no lo pudo ni desviar, ni frenar. Muchos le critican su ego pero también es muy probable que si sus acciones hubieran sido más humildes, más humildes habrían sido los resultados. Suena pedante pero es la realidad.
Por toda la ciudad hay profundas huellas de los exitosos empeños peñalosistas. Lo vamos a añorar mucho. Por todo ello es absolutamente necesario que quien lo suceda en el despacho del Palacio Liévano mantenga el ritmo y los horizontes de esa modernidad. Bogotá antes de Peñalosa era un pueblo grande pero muy parroquial. Hoy sus grandes avenidas, sus muy bien cuidados parques y anchos andenes, invitan a propios a gozarla a plenitud. Esto ha redundado en hacerla más amable y digna del cariño de propios y extraños.
Afortunadamente la cultura ciudadana que alcanzó a inculcarnos Mockus todavía proyecta sus vestigios en algunos sectores. Pero continuamente somos víctimas de no pocos desadaptados sociales. Nuestro transporte público se chatarrizó pero no eliminó las malas prácticas y muchos de los buses azules siguen apostando carreras y tratando a sus pasajeros como bultos de carga. Los taxistas no han
olvidado de sus pésimos modales y así el pobre bogotano es el paganini de su mal genio.
Por ahora ya ha comenzado la carrera de la sucesión. Las primeras encuestas apuntan a un favoritismo grande por el nombre de Claudia López. Es audaz, inteligente y preparada. Conoce bastante bien los problemas bogotanos pero es independiente, díscola y un poco pretenciosa. Ha hecho una carrera a pulso y sin pedirle permiso a nadie. Si se lo propone y tiene razones para que lo haga (sus aspiraciones presidenciales) seguramente será una buena alcaldesa
Otros candidatos están bien distanciados en los sondeos. Clarita López, estupenda repiten porque ya estudio encargada con bastante tino del cargo, tiene pocas probabilidades a pesar de los buenos apoyos. Carlos Fernando Galán, el hijo de Luis Carlos, también figura con algunas posibilidades aunque remotas. A pesar de su brillo y juventud no pocos lo consideran que “todavía está muy bicho”. Los demás, ni suenan ni truenan, Tanto que a nosotros ya se nos olvidaron sus nombres.
De todas maneras quien pretenda gobernarnos en nuestra amada Bogotá deberá contar con un buen Concejo. Y, para ser sinceros, el órgano actual da bastante vergüenza no solo por muchos de sus integrantes sino por sus pobres resultados. Desde luego mucha de esa culpa debe correr por cuenta de los partidos políticos, todos sin excepción. Ninguno de ellos tiene programas ni agendas de trabajo dignas de la ciudad. Pero siempre ha sido así.
La gran incógnita sigue siendo Gustavo Petro. Indudablemente un gran elector, con sus ocho millones de votos, pero muy de capa caída por todas sus equivocaciones y sus contradicciones.