Cada año vivimos 365 días, que son 8.760 horas, 525.600 minutos, 31’536.000 segundos, es decir el tiempo es inexorable, nos brinda grandes oportunidades para desarrollarnos en nuestro paso por la vida física o terrenal, pues cuando partimos de este mundo, pasamos a la eternidad o cuarta dimensión espiritual, la dimensión del tiempo, algo muy difícil de asimilar ya que hemos sido diseñados bajo el concepto tridimensional: longitud, latitud y altura, lo cual nos permite experimentar físicamente lo que el planeta tierra nos ofrece.
De ahí es que se debe valorar la vida, este único paso físico y material que brinda muchas oportunidades, por lo tanto, es para aprovecharlo segundo a segundo, el tiempo perdido no es recuperable, aunque las cosas materiales si, como el dinero, las propiedades, el trabajo, la libertad; aun los asuntos sentimentales como el amor, la pareja, los hijos, los amigos, el prestigio y otras más también son recuperables. Es solo tener propósito y disposición para recuperarlas, pero el tiempo no, este se va y no vuelve, por eso debemos valorarlo, aprovecharlo y disfrutarlo cualquiera que sea la condición de cada cual.
De ahí que cada nuevo año nos trae muchas posibilidades, es solo identificarlas y decidir asumirlas, por eso mucha gente al terminar el año y revisar su propio balance examina lo que hizo, que tan útil fue para la persona, así como lo que dejó de hacer y en esto hay que valorar, porque quizás algunas cosas que quedaron valían la pena o no, de ser así las que se consideran validas se deben continuar, las otras se desechan sabiendo que también aportaron en experiencia, pues en la vida se aprende del triunfo y el fracaso.
Es importante hacer las promesas del nuevo año examinando el que pasó, postular las cosas que son importantes para cada persona, por ejemplo: mejorar su relación y comunicación con su pareja, con los hijos, los seres queridos o amigos, en lo laboral o profesional; mejorar o avanzar en su comportamiento físico, alimentación, dieta, ejercicio, proscribir hábitos indeseables como vicios de alcohol, cigarrillo, estupefacientes, pastillas y otros nocivos para la salud física, emocional, mental, espiritual y social; hacer postulados en lo personal de comportamiento y temperamento, como por ejemplo mayor sociabilidad, mejorar comunicación, más aun en estos tiempos donde se cuenta con la comunicación en línea, responder siempre mensajes electrónicos, llamadas, devolverlas pues eso dice mucho de la persona.
En lo intelectual, realizar estudios, leer libros o investigar asuntos que aporten a su acervo cultural, escribir…En fin, tantas cosas que se desean pero que se van dejando aplazadas; en lo laboral buscar progreso, mejorar posición, crecer; en lo profesional capacitarse más, conseguir más clientes, superarse; en los negocios aumentar ventas y mejorar utilidades, impulsar nuevas iniciativas o conservar lo que se tiene, así mismo acabar con lo que ya no funciona.
En fin, estos serían algunos de los propósitos o promesas de fin de año orientadas al que viene, pero me permito sugerir que se hagan por escrito para revisarlo constantemente, pues esto compromete más a la persona en el cumplimiento de sus postulados.
¡Feliz nuevo año!