Como si se hubieran puesto de acuerdo, el socialista PSOE y el conservador Partido Popular (PP) han celebrado cónclaves de "barones" para preparar estrategias de cara a los próximos comicios autonómicos y municipales. Bajo los rimbombantes eslóganes de "a la altura de un gran país" el PP o "el Gobierno de la gente" el PSOE, en el fondo lo que se va a coordinar es el argumento que servirá de base a sus campañas.
Otra cosa son los nombres de los candidatos a encabezar las listas. Mientras el conservador Alberto Núñez Feijóo piensa dejar autonomía a los dirigentes regionales, Ferraz quiere controlar, no ya las cabezas de lista municipales, sino también las autonómicas; salvo en aquellos territorios como Extremadura o Castilla la Mancha donde Sánchez no tiene nada que hacer.
Parece que la primavera queda lejos pero ya han empezado las peleas. En Madrid, por ejemplo, no se ponen de acuerdo y la alcaldía está sin candidato. Al nombre de Pilar Llop, ministra de Justicia, se suma estos días el rumor de que el poeta Luis García Montero, viudo de Almudena Grandes, podría encabezar la lista del PSOE. Tanto él como la escritora han militado en Izquierda Unida y de hecho él fue ya candidato por esta formación; con escaso resultado, por cierto.
Y como estas reuniones de Sánchez y Feijóo con sus equipos no son más que el pistoletazo de salida de la interminable campaña que nos espera, vamos asistir a crisis como la que vive el PSOE en Asturias, donde la alcaldesa de Gijón renuncia a volver a presentarse al obligarle a ir a primarias. Consecuencias de las luchas de poder que llegan hasta la agrupación más pequeña.
El líder popular, que sigue dominando las encuestas, menos la del CIS, por supuesto, ha sufrido un correctivo de la Unión Europea, al no respaldar la subida de impuestos a las eléctricas que aprobó el Congreso y que Bruselas va a aplicar también. La acusación de apoyar al Ibex y a los "poderosos" esta vez le ha salido bien a Pedro Sánchez. Pero, quizá, el presidente del Gobierno debería reducir agresividad y repetición de frases hechas, además de la sobre exposición en los medios. Así no podemos estar hasta mayo.
A Vox, partido del que ya casi no se habla, le ha salido una estrella inesperada: Macarena Olona, la fallida candidata a la Junta de Andalucía, que dejó las filas de Abascal en julio y al que ahora hace llamamientos de cariño para volver a juntarse. Su atracción por la polémica le lleva a participar en actos multitudinarios, provocando enfrentamientos entre detractores y entusiastas. ¿Podría haber otra alternativa en la extrema derecha? De aquí a mayo Olona tendrá que decidirse.
Mientras, la izquierda sigue deshojando la margarita. Yolanda Díaz no acaba de despegar. Entre Podemos y el PSOE le han hecho una pinza invisible que lastra sus propuestas. Y Unidas Podemos, que incluso votó distinto en el pleno sobre la entrada en la OTAN de Suecia y Finlandia, no provoca una crisis de Gobierno porque saben que fuera de Moncloa pasarían a la irrelevancia.