Incitó el presidente Petro en su discurso de balcón, este 1 de mayo, a defender sus propuestas por medio de la primera línea, es decir validando la violencia y el desorden ciudadano. Eso solo cabe en la cabeza de un presidente obtuso, alguien que no ha olvidado su pasado de incitador revolucionario y ahora habiendo logrado el poder por las vías democráticas, quiere imponer sus ideas y proyectos a la fuerza, saltándose el curso regular de un sistema democrático como es el congreso, incitando a la gente para que salga a la calle a protestar a destruir a afectar la tranquilidad ciudadana a interrumpir la movilidad a perjudicar los negocios y estudios de las personas, si, eso es lo que un presidente incitador quiere hacer para imponer su voluntad.
En Colombia se sabía, ese talante se conocía por su pasado guerrillero, por su alma anárquica, por la soberbia que siempre ha demostrado y además por sus inclinaciones dictatoriales. Ese es el presidente Petro que eligieron los colombianos, un individuo que no está preparado para gobernar correctamente, una persona con ímpetus tiránicos, pegado a una mezcla de burguesía revolucionaria a quien solo le importa la imposición de sus ideas.
Como colombianos debemos entender esta situación, no hacerle el juego, respaldar nuestras instituciones democráticas y pararnos firmemente ante la amenaza y provocación proferida desde el balcón de la Casa de Nariño. Amenazó este hombre con acabar las EPS si no le aprobaba el Congreso sus reformas, que solo traerán el fin de una salud atendida a una burocracia indolente. Recordemos el Seguro Social de épocas anteriores; es regresar a ello, pero ahora peor por el inmenso volumen de personas. Lo que busca Petro es el dinero de nuestros aportes, así como el de las pensiones, para manejarlo a su antojo. Algo extremadamente peligroso para la estabilidad de nuestra salud.
Cuando un presidente es elegido democráticamente debe ceñirse a las reglas constitucionales y gobernar bajo el respeto de la separación de poderes. Si la mayoría parlamentaria no le aprueba sus propuestas y cambios, éste debe respetar dichas decisiones y jamás incitar al pueblo a levantarse en contra de la democracia y la paz del país, menos en Colombia que llevamos más de 70 años de intranquilidad por el bandolerismo, los guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, hampones y criminales que han azotado a nuestra nación sin ninguna compasión, con el afán de destruir el progreso y desarrollo del país.
Este es el presidente de los colombianos, un individuo incendiario sin respeto, autoritario y llevado de sus deseos e impulsos. Confiemos en nuestras instituciones democráticas, en nuestras fuerzas armadas, en las cortes de justicia, pero principalmente en la sensatez del pueblo que no se deje incitar en las provocaciones del presidente, si la gente no sale se quedará con los crespos hechos y sus ímpetus dictatoriales menguados por falta de respaldo popular, ya las encuestas lo están demostrado y en los pocos meses de gobierno la fatiga política igual.