“¡Que viene el lobo!” | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Julio de 2022

Hemos repetido incesantemente que Moldavia está en peligro, justo en el mismo punto en que Ucrania se encontraba ese 23 de febrero, víspera de la invasión rusa.

Por fin, el Reino Unido lo ha entendido y lo ha asumido, de tal modo que la ministra de Exteriores anuncia que le proveerán armamento estandarizado de última generación. 

Por supuesto, con eso no basta, y Chisináu seguirá estando en vilo hasta que la Alianza Atlántica se decida a emprender en territorio moldavo un despliegue preventivo o una misión militar de mantenimiento de paz, como quieran llamarla.

Porque si EEUU, como líder de la OTAN, sigue pensando en vociferar mediáticamente “¡que viene el lobo!” para desenmascarar las intenciones del Kremlin, ya sabe lo que le espera.  

Eso significa que las operaciones mediáticas son de suma importancia estratégica, pero con ellas no se disuade a un imperialismo autocrático en expansión sostenida.

Como tampoco se le disuade con la amenaza de imponerle sanciones económicas “equivalentes al lanzamiento de un arma nuclear”.

Es decir, las sanciones también pueden ser un interesante complemento estratégico, pero jamás han ganado una guerra, y nunca reemplazarán al ‘big stick’, o sea, al poder militar propiamente dicho.

Para decirlo en otros términos, Occidente fracasó por completo en disuadir a Rusia y facilitó la invasión de Ucrania mediante un ‘efecto llamada’ que Putin aprovechó sin titubear y con pasmosa voluntad destructiva: ¡tierra arrasada, que no quede piedra sobre piedra, y que no haya sobrevivientes!

En consecuencia, para evitarse los costos económicos y diplomáticos de ser una potencia ocupante, el Kremlin reconocerá como Estados soberanos a las antiguas regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Odesa.

Así, se apoderará tanto de las costas (el mar Negro y el de Azov) como de la media luna industrial que va desde Kiev hasta la Transnistria, dejando así a Moldavia como el siguiente paso en la lista de víctimas del irredentismo.

Y, por supuesto, convertirá a Ucrania en un país raquítico, sometido a la exclusión aérea, con unas fuerzas de simple seguridad ciudadana y bajo un telecontrol estratégico limitante (TEL) muy similar al que ejerce Israel sobre el Líbano, la franja de Gaza y la presencia persa en Siria.

En resumen, ha llegado el momento clave en que la Alianza Atlántica tiene que decidirse y tomar partido de una vez por todas.

¿Le interesa, o no le interesa la suerte de Finlandia, Suecia, Georgia y Moldavia?  

En concordancia, ¿le interesa, o no le interesa defender a Taiwán de una invasión china emprendida bajo el mismo modelo utilizado por Moscú? 

Estamos a tiempo de que la historia de Osetia, Abjasia, Chechenia, Crimea … y Ucrania, no se reproduzca una y otra vez.

Biden tiene la palabra.  Los responsables serán la OTAN y la UE.

vicentetorrijos.com