En las elecciones regionales el gobierno cosechó lo que sembró durante el primer año de gobierno. Creyéndose Cesar, puso intempestivamente fin a la coalición que había logrado construir con partidos que se habían plegado a acompañarlo en su tarea de gobierno para sustituirlos con la incorporación exclusiva de activistas del Pacto histórico. Con ministros bisoños, la formulación de las políticas, la incapacidad de estructurar los proyectos prioritarios y la pobre ejecución presupuestal resultante, afectaron la credibilidad del gobierno y menguaron el apoyo ciudadano. Todo ello se tradujo en el progresivo estancamiento de la economía y en la consiguiente crisis de varios sectores, especialmente los de la construcción, la industria manufacturera y el comercio.
A ello se sumaron los escándalos que afectan a su hijo, su hermano y a los más cercanos colaboradores, ligados además a sombras inquietantes sobre la financiación de su campaña presidencial que están aún por aclararse. Su bandera de la paz total solo logró acrecentar la inseguridad que venía rampante y consolidar el dominio territorial del Eln, el Emc de ‘Mordisco’ y el Clan del Golfo, sin que ceses del fuego improvisados y siempre quebrantados, pudiesen cumplirse, aún en las circunstancias de una Fuerza Publica, menguada, castigada por la decapitación de sus altos mandos y confinada en sus cuarteles.
El ideologismo se apoderó del gobierno en lo doméstico y en las relaciones internacionales, sembrando animosidad cercana al odio entre los colombianos y asumiendo actitud pendenciera con algunos gobiernos del continente, y alineamientos en el escenario internacional que responden más a solidaridades ideológicas que a las conveniencias del país en el agitado escenario del mundo de hoy.
El presidente debe entender que los resultados de las elecciones imprimen una nueva dinámica a la política nacional que no puede tramitarse con mayor polarización porque derrumbaría la ya inestable gobernabilidad del presidente y su equipo. Sus primeras manifestaciones de dialogo fueron recibidas con interés por partidos y ciudadanía. Pero, días después decidió proponerle a su bancada trabajar en la construcción de un Frente Amplio que ha sido siempre denominación para caracterizar la unidad exclusiva de las tendencias de izquierda, que no tendría efecto distinto a la de encumbrar la ideología al manejo del estado y a las relaciones de la política, cuando tiene la posibilidad de construir consensos que permitan la aprobación de reformas que el país necesita.
La carta de Alejandro Char dirigida al presidente en búsqueda de apoyo para desarrollar una transición energética sostenible es clara indicación del ánimo de los gobernantes elegidos el 29 de octubre que el presidente debería priorizar para imprimir nuevo impulso a su gestión y responder mejor al mandato ciudadano. El reto de los nuevos mandatarios será el de satisfacer las esperanzas ciudadanas que debe ser también compartido por el huésped de la Casa de Nariño.
El escenario político que se deriva de las elecciones regionales debe materializarse en acuerdos que procuren reformas concertadas, alcanzar la paz que nos ha sido tan esquiva y estimular el desarrollo económico y social del país. ¿Será el cambio posible?
NB. La ignominia del Eln debe tener consecuencias.