Rafael de Brigard, Pbro | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Abril de 2015

EXPRESIÓN AMBIGUA

Eso de vivir

Ninguna expresión más ambigua que aquella que afirma que alguien ha vivido mucho. De manera superficial suele referir a la persona que ha hecho tanto de lo bueno como de lo no tan bueno, pero, olímpicamente, se suma todo como positivo. Para otros, significa haber pasado por diversas situaciones propias de la vida, seguramente la mayoría constructivas e irremediablemente otras nocivas. Para algunos vivir mucho no es más que cuestión de número de años. Todo esto indica que no siempre estamos de acuerdo en el significado del verbo vivir y del sustantivo vida. Pero vale una pequeña consideración a la luz de la resurrección de Cristo, que hoy magnifica este domingo que anuncia la Pascua.

Jesús predica que Él ha venido para que tengamos vida y la tengamos abundante. La naturaleza humana es propensa a la felicidad, al bienestar, a lo que conlleve alegría y esperanza. Lo es también, a causa del pecado y contra su propia esencia original, en algunas ocasiones inclinada a autodestruirse. Curiosamente algunas propuestas supuestamente a favor de la vida, dentro de un extraño concepto de libertad, se mueven en la dirección de propiciar más el ejercicio de la debilidad que destruye, que la que fortalece, conserva y hace crecer. Libertad que deshace a la persona por las opciones aparentemente libres que se toman no es propiamente libertad, sino una especie de cadena, aunque forrada en terciopelo, pero grillete al fin y al cabo.

Eso de vivir y de hacerlo en abundancia, como lo propone el vencedor de la muerte, el único que ha resucitado, es decir, el primogénito de la vida sin fin, es mucho más que abrirse a una libertad que todo lo admite sin mirar el precio que se habrá de pagar existencialmente. No hay mérito alguno en deshacer la vida a punta de libertad, como sí lo hay en el hacer de esta el mejor medio para construirla y conservarla. El hálito vital que debe impregnar la libertad es el amor que todo lo puede y todo lo edifica. La libertad, que es el ámbito ideal para vivir, no debería traducirse sino en decisiones y acciones que favorezcan la vida, el vivir en abundancia, la generación de alegría y de sentido. Lo que no vaya por este camino será bonito, pero no sabe a bueno… ni es bueno. Cuidado: hay pregoneros de libertades que llevan a perder la posibilidad de vivir y más bien introducen la muerte progresiva en seres que fueron llamados alguna vez a la eternidad.