Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Abril de 2015

RECLAMO A LEGISLADORES

Nueva zona de tolerancia

Avanzan  con paso seguro las leyes que favorecen actuaciones que la religión cristiana nunca ha aceptado ni aceptará. Aborto -disfrazado con la elegante frase “interrupción voluntaria del embarazo”-, matrimonio para parejas del mismo sexo, eutanasia -también con su frase tipo Disneyworld  “muerte digna” y quién sabe cuántas cosas más se siguen cocinando entre la calle séptima y la calle diez, entre carreras séptima y octava de Bogotá, convertidas de esta manera en otra muy peligrosa zona de tolerancia. En efecto, allí se tolera todo y se sanciona con el carácter de ley nacional. Para los cristianos, para todos los que seguimos a Cristo, aun en diversas iglesias, cada día se hace más urgente tener claro qué es lo que hacemos y qué es lo que no hacemos.

Hacemos todo lo que enseña el Evangelio o al menos tratamos de hacerlo, según la enseñanza multisecular de la Iglesia. No hacemos, o no debemos hacer, lo que no está en perfecta armonía con la enseñanza de la Palabra divina y la de su Hijo Jesucristo. Y la línea debe verse muy clara hoy día. Por ejemplo: los centros de salud católicos no hacen abortos ni practican eutanasias y si los fueran a obligar hay que cerrarlos. Los ministros de la Iglesia no presencian matrimonios diferentes al del hombre y la mujer y estos en las debidas condiciones. Si los quieren obligar a presenciar otras uniones, se deben negar y asumir las consecuencias jurídicas, sociales, penales que esto pueda llevar. Ya se acabó el tiempo de la zona gris en que alguna vez fue posible subsistir sin pisarse los callos. Ya no, pues hay cosas que hacemos los cristianos, y otras que no.

Cabe, sin embargo, un reclamo a los legisladores bautizados en la Iglesia Católica, lo mismo que  a los dignatarios gubernamentales y magistrados, que también se dicen pertenecientes a nuestra Iglesia o a cualquier otra congregación cristiana. ¿Cómo hacen para dejar su fe en el guardarropa del Congreso, de las Cortes, los palacios y los ministerios, desempeñar un papel pantomímico en los salones de trabajo y después pedir entierro con obispo? No tiene sentido. Por una vez tienen que hacer el esfuerzo de levantar la mirada hacia Dios para ver si son capaces de mantener la mirada fija en Él. Lo más seguro es que se les reproche y juzgue por el pecado de omisión, por no hablar de cobardía al negarse a inspirar su trabajo en la Palabra de Dios que es absolutamente a favor de la vida, de la familia, de la protección de los débiles. Y quizá por no oponerse férreamente a todo lo que contraría la voluntad divina, simplemente por respetos humanos y por ganarse el aplauso de la tribuna y seguramente una tajada del presupuesto nacional. ¡Qué papelón! ¿Estaremos en mora, como en las épocas de los viejos catecismos, de escribir una cartilla con lo que hace y lo que no hace un creyente en Cristo?