Rafael de Brigard, Pbro | El Nuevo Siglo
Domingo, 31 de Mayo de 2015

NUEVA OPORTUNIDAD DE SEMBRAR

El cristianismo: a reacomodarse

De  todas partes llegan noticias de una especie de apostasía de la fe cristiana. Una apostasía consiste en renegar de la fe en Cristo y sus enseñanzas. Una breve lista probatoria: el matrimonio llevado al nivel de parejas del mismo sexo, el aborto convertido en lícito en todas o unas circunstancias llamadas especiales, los óvulos fecundados que se botan por sifones por “exceso de inventarios”, la vida concebida fuera del acto natural conyugal, la muerte provocada “médicamente” por “compasión”. Y ni se digan los temas de justicia, migración, desplazamiento, empobrecimiento, desamparo que apenas sí logran hoy día conmover a los poderosos de verdad. Y un largo etcétera. Al menos en el mundo que se publica y que se refleja en los medios, muchas veces muy diferente de la vida de la gran masa, ha habido de hecho una verdadera apostasía de los valores puramente cristianos.

Todo esto hace que el cristianismo, en sus diversas versiones e iglesias, esté llamado a reacomodarse, que no exactamente a acomodarse, que será siempre una tentación fuerte y difícil de vencer. El sustrato cristiano de la humanidad es inmenso y está claro que no será desplazado por unos parlamentos eufóricos sin Dios ni ley. Pero esto no evita la pregunta acerca de cómo deben situarse hoy las fuentes cristianas en un mundo rabiosamente secularista y antitrascendente. Esto equivale a decir cómo rediseñar la misión para que los valores revelados en la Palabra de Dios, Antiguo y Nuevo Testamento, y las enseñanzas de la Iglesia, sigan o vuelvan a impregnar la vida de las personas y de las sociedades de manera que construyan cultura y sistemas de valores válidos y actuales. No basta con censurar, sino que se hace necesario proponer de una nueva manera.

Esta tarea de reacomodación no es ni mucho menos nueva para la Iglesia, para los creyentes. Pero tiene su precio y si se paga se recoge de nuevo buena cosecha. Claridad doctrinal (hoy un poco difusa), coherencia de vida en los creyentes, celo apostólico en los predicadores y enseñantes de la religión, fidelidad a la Palabra de Dios, unidad de espíritu. Los que a diario escuchamos a la humanidad sabemos que todos los cantos de sirenas con que hoy han seducido a multitudes -primer párrafo- no traen sino dolor y desesperanza, sinsentido y muerte.

El cristianismo tiene en esta tierra de falsedad una nueva oportunidad de sembrar lo que realmente hace que el hombre y la mujer sean lo que Dios quiso de ellos desde el inicio de los tiempos. Ojalá estemos a la altura de la misión que se pide actualmente.