RAFAEL GÓMEZ MARTÍNEZ | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Diciembre de 2011

Vida triste la mía

Estando en el Campín, en medio de semejante aguacero, me acordé de un escrito de Gabriel García Márquez en El General en su laberinto, al parecer es uno de los libros que más lee Chávez, cuando su mayordomo don José Palacios, quien muriera alcoholizado y loco en un manicomio después del deceso del Libertador, se le acerca y le dice: “Su excelencia don Simón de la Trinidad y Concepción Bolívar, Libertador de Colombia. Hoy es 12 de abril, día de la Santa Iluminada. Son las 4.20 de la madrugada y estamos en Santa Fe de Bogotá, tierra de fieles. Son las 4.20 de la madrugada y llueve sobre Santa Fe”.

Don Simón Bolívar se encontraba descansando inmerso en su tina de aguas vaporosas y calientes y de yerbas finas. El Libertador se queda en silencio. José Palacios, también. De pronto, el Libertador abre sus ojos y dice: “Hoy es 12 de abril de 1829 y llueve sobre Santa Fe de Bogotá. En esta ciudad llueve desde hace doscientos años”. “Y no para de llover, su excelencia”, diría yo.

El aguacero que cayó sobre el Campín el 15 de diciembre de 2012 fue de padre y señor mío. Recuerdo uno similar en la Plaza de Toros de la Santamaría para una corrida con Espartaco Ruiz.

Yo tengo la teoría de que cuando llueve es porque Dios, Nuestro Señor, nos está enviando un mensaje para agachar la cabeza y ser más humildes. Pero el ser humano se sigue comportando como se sigue comportando. Y por eso la sociedad está en crisis.

Como quedamos los hinchas santafereños después del partido contra el Once Caldas. En crisis y con un tremendo guayabo emocional. Terminó el partido. Las caras tristes. Las mismas caras tristes del diciembre pasado del 2011 cuando Medina nos amargó la fiesta.

Esta vez el que nos la amargó fue el ‘mono’ Vásquez, creo que así se llama. Un joven defensor, el número 2 por el carril derecho, que impidió el avance de los laterales santafereños, la fortaleza del rojo. Gran futuro para Vásquez. Junto con el paraguayo Romero, quien hizo un espectacular sombrero a Villarraga antes del segundo gol.

Cuando terminó el partido me acordé de esa canción de los Enanitos Verdes que decía: Y yo te amaré, te amaré por siempre, y mi corazón idiota, siempre brillará….

Y al final del día, con la melancolía de la noche, acariciando a mi perro Matías, no se sabía quién estaba más triste si Matías o yo, me dije: “¡Ah! vida triste la mía”.

Chiste futbolero: que como se saludan los del América de Cali: Mira B.

Puntilla. 4.000 hectáreas inundadas en Fúquene y ni una voz de solidaridad por parte del Gobierno. El país ahogándose en su diluvio universal, y ¿dónde está el piloto? Feliz Navidad para todos.