Rafael Nieto Navia | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Junio de 2015

Metro ¡Dios nos libre!

 

Hace años en un hotel en Londres dijeron a los huéspedes que durante el fin de semana no podrían usar la entrada principal sino las laterales porque iban a hacer una obra en la calle. Durante el sábado y el domingo hicieron un hueco gigantesco para el underground. El lunes el hueco había sido tapado con unas láminas metálicas, aptas para el tránsito, mientras el trabajo continuaba por debajo.
En una calle de doble vía aledaña a nuestra casa en Estocolmo que aparecía en perfecto estado levantaron el pavimento, lo trituraron y lo volvieron a poner. Gastaron un día por carril y por cuadra y no perturbaron el tránsito en el otro carril.
En el 2005 el Concejo de Bogotá aprobó la construcción por valorización del “deprimido” de la calle 94 con NQS con un presupuesto de alrededor de 80 mil millones. La obra se inició cuatro años después y su costo final se estima en más del doble. En enero pasado el alcalde dijo que la obra se entregaría en octubre pero en marzo había avanzado muy poco  y se dijo que no podía fijarse fecha de entrega.
La construcción del túnel de La Línea se inició en septiembre de 2009 y debería haberse terminado en julio de 2013. El presupuesto era de 629 mil millones y va a costar más de un billón. Por incumplimientos del contratista se declaró la caducidad del contrato pero los efectos eran tan catastróficos que, en  cambio, hubo que aumentar el presupuesto y darle plazo hasta noviembre de 2016. En enero de 2015 la Ministra de Transportes, Natalia Abello, dijo que “el túnel de La Línea es el ejemplo de lo que no tiene que pasar en el país” y pronosticó que faltarían varios años para terminarlo. Y ni hablar del descalabro de la calle 26.
Hace unos días el presidente Santos hizo entrega simbólica a Petro  de la contribución del Gobierno a la construcción de una línea subterránea de 27 Kms., desde Bosa hasta la calle 127. Los estudios han demostrado lo que siempre sospechamos: que el suelo es cenagoso y las obras son más costosas. La máquinas tuneladoras ponen en riesgo los edificios de encima y nunca se sabe por dónde van las redes de servicios públicos (lo que no sucede en La Línea). Hay áreas donde la excavación hay que hacerla desde la superficie y los riesgos para los edificios son enormes (recordar la 98 con 11) y los problemas de movilidad ¡ni pensar! La corrupción, los  incumplimientos, las parálisis, los sobrecostos, los retrasos son factores que amenazan esta y cualquier otra obra pública ¿Para entregar en 2021? ¡Qué chiste! No quiero ni imaginarme el caos.

Bogotá sí  necesita un sistema de transporte masivo pues el TransMilenio está saturado. ¿Por qué no insistir en el elevado, que vale la mitad? Las torres se prefabrican y se van instalando sin perturbar la movilidad. En Miami se hizo así y con gran éxito.Ojalá la entrega del cheque sea solamente propaganda política, como sospecho.