Rafael Nieto Navia | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Junio de 2015

Son terroristas

 

EL  Tribunal Penal de Naciones Unidas para la Antigua Yugoslavia ha tratado el tema del terrorismo en múltiples ocasiones, aunque ese crimen no aparece como tal en el Estatuto (tampoco aparece en el de la Corte Penal Internacional). En Galić  dijo que, bajo el derecho consuetudinario,  aterrorizar a la población civil generaba responsabilidad individual. El terrorismo es perfectamente compatible con la condición de beligerante en guerra internacional, o de insurgente en un conflicto interno. En Colombia, el inefable Consejo de Estado dijo que las Farc no podían considerarse  terroristas porque en un ataque se trataba de un objetivo militar.

Se conoció en estos días una carta del jefe de las Farc desde La Habana, lugar donde orondo se sienta de igual a igual con el Estado, en la que da instrucciones precisas a sus secuaces de ejecutar actos terroristas a lo largo y ancho del país. Desde que terminaron la suspensión de hostilidades y durante el último mes han cometido más de 160 actos terroristas como destrucción de torres de energía, explosión de oleoductos y derramamiento de petróleo. Timochenko dijo a sus terroristas que la destrucción de redes eléctricas debería hacerse solamente donde se “afecten zonas industriales u objetivos militares”, ¿tales como, pregunto yo, las que dejaron sin luz a Tumaco y zonas aledañas? Esta población lleva semanas abasteciéndose de agua con carrotanques por los daños al acueducto. El derramamiento de petróleo, cometido con la exclusiva intención de afectar el medio ambiente, como el de los camiones obligados a derramar el petróleo en quebradas y humedales, es una comprobación de que la mal llamada guerrilla es solamente una banda de vándalos que no merecen conmiseración alguna. La voladura de oleoductos  ha contaminado el río Mira y llegado hasta el Pacífico. No son las tropas las afectadas, sino civiles inocentes de humilde condición que viven precariamente de su pobre condición de pescadores. Y no mencionemos las minas quiebrapatas, cuyas víctimas civiles se cuentan por miles. Todos estos crímenes constituyen delitos de lesa humanidad que, a pesar de que el señor Fiscal diga que no hay que sancionar, no se pueden amnistiar ni perdonar ni por justicia transicional (que el Fiscal entiende como justicia cómplice del crimen) ni de ninguna otra manera.

Dijo el presidente Santos que si algún día, durante las negociaciones, se cometía un magnicidio él rompería el proceso. Dejar a miles de personas sin agua y sin energía  y contaminar “irracionalmente” las fuentes hídricas y el medio ambiente no es considerado equivalente a magnicidio. Timochenko dijo que “estamos en la obligación de hacerle sentir al Gobierno la decisión que nos ha obligado a tomar”. Y es obvio que el Gobierno ha acusado el golpe porque el Presidente dijo que si la guerrilla desescala el conflicto, el Gobierno también lo hará. 

El Presidente debería entender lo que todos los colombianos sabemos: que la guerrilla no es confiable y que lo que pretenden no es la paz  sino seguir pelechando impunemente del narcotráfico y del secuestro. No son guerrilleros. Son terroristas sin Dios ni ley.