Rafael Nieto Navia | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Diciembre de 2014

UN ESTADO EN DECLIVE
Nuestros nuevos mejores amigos

Siento  dolor en el alma por la suerte de los venezolanos. Un país rico, ahora prácticamente un Estado fallido, en declive desde que Chávez subió al poder en 1999. Chávez aprendió a gobernar con los Castro, los peores maestros posibles. Con la inmensa riqueza venezolana  resolvió convertirse en benefactor de países, vendiendo petróleo a precios irrisorios y financiados a largo plazo. Internamente, creó las misiones supuestamente para subsidiar la política social. Como resultado, más de cien mil millones de dólares fueron desperdiciados y hoy el país no tiene cómo pagar las importaciones de productos vitales y la escasez de productos básicos tiene al pueblo pasando necesidades. La naturaleza libró a Venezuela de semejante oprobio, pero Chávez fue sucedido por Maduro, un tiranuelo de pacotilla poco ilustrado y no muy inteligente, que ha pretendido superar al maestro que, convertido en pájaro, le susurra al oído lo que debe hacer.

Estos regímenes no se sostienen si no controlan todas las ramas del poder. En Venezuela ni la justicia, ni el legislativo, ni el poder electoral son independientes. Chávez mandó a la cárcel, donde fue violada y torturada, a la juez Afiuni por no atender su orden de condenar a 30 años a un empresario. Alejandro Peña Esclusa, un crítico internacional del régimen, fue encarcelado, luego liberado por padecer cáncer pero con la condición de que cerrara el pico. Globovisión y El Universal cambiaron de dueño y se plegaron al régimen.

Maduro no se ha quedado atrás: los medios escritos independientes carecen de papel y están asfixiados; a NTN24 le cancelaron la emisión por cable; los presos políticos aumentan cada día; los estudiantes detenidos por el levantamiento de febrero de 2014 continúan en la cárcel; Leopoldo López, dos alcaldes y varios militares forman parte de los más de 120 presos políticos que se pudren y son torturados en las cárceles sin juicio alguno. Hay más de 24.000 homicidios por año.

María Corina Machado, una valerosa mujer opositora del régimen, está en cola para caer en las garras de sus esbirros. Como integrante de la Asamblea Nacional fue golpeada por los orangutanes chavistas. Luego se le quitó arbitrariamente la investidura. Ahora la llaman a responder por supuesta participación en un “magnicidio” (palabra exagerada cuando hablamos de Maduro). Todo, por supuesto, es una trama. Capriles no ha dicho palabra.

Es entendible que los países de ALBA (Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia) pasen agachados pues son cortados por la misma tijera. Pero es desilusionante que los demás latinoamericanos se pongan las rodilleras para cohonestar semejante estado de cosas. Así fue como aplaudieron la elección de Venezuela al Consejo de Seguridad.

Es lamentable que Colombia tolere que los jefes de las Farc hayan encontrado refugio en Venezuela; que nuestro país haya extraditado a Walid Makled en 2011 (porque sabía mucho sobre el cartel militar de la droga en Venezuela) y recientemente haya entregado sin fórmula  a dos estudiantes que buscaron aquí refugio. Y muestre ese comportamiento tan obsecuente con una dictadura que viola la Carta Democrática Interamericana.