RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Octubre de 2011

 

Vender el sofá
 
Fritz resolvió vender el sofá de su casa cuando descubrió que su mujer lo usaba para serle infiel.
 
Algo similar está ocurriendo con el Ministerio de Transporte respecto del caos de tráfico en Bogotá. El Ministro del ramo dijo que el pico y placa no era suficiente y que había que tomar medidas para que los particulares no pudieran escoger a su antojo el número final de la placa. Y al ser interrogado sobre si, eventualmente, se podría pensar en autopistas urbanas y peajes, dijo que sí, que probablemente también habría que hacerlo.
 
Luego surgió la idea de crear cupos para carros particulares, similares a los que existen para los taxis. Semejante despropósito conduciría a una corrupción igual a la que existe con ese sistema (el “cupo” vale más que el vehículo mismo y se reparte entre el Gobierno, los intermediarios, las compañías que afilian los taxis, en un negocio donde, como en la perinola, todos ganan excepto el ciudadano del común). La idea parece abandonada.
 
Ahora el Viceministro habla de que se usará un chip para cobrar peajes en ciertos lugares para subsidiar el transporte público. Es verdad que en otras partes se usan los chips, pero si los buseteros y taxistas no pagan ni las multas de tránsito ¿van a pagar el peaje?
 
El problema de las congestiones es en las grandes ciudades solamente. Y salta a la vista que faltan vías transitables y no llenas de huecos y transporte público eficiente, todo lo cual depende de los municipios. En cambio, el Ministerio de Transporte no distingue un microbús, busecito, buseta o como se le quiera llamar de un bus de transporte urbano capaz de transportar él solo lo de cuatro o cinco busetas ocupando prácticamente el mismo espacio y parando solamente en los sitios designados. Sigue dejando que entren a circular vehículos que no están diseñados para servicio público. Pero de eso no dicen ni pío. ¿Será ese el “transporte público” que el Viceministro quiere subsidiar?
 
El Viceministro dice que racionalizar el uso de vehículos particulares va a generar ingresos para mejorar las vías. Nadie le cree en este país en el que los buseteros se han quedado con una plata que estaba destinada a chatarrizar vehículos viejos y que éstos siguen circulando.
 
Ese extraordinario periodista que es Juan Gossaín nos deleitó hace unos meses con una crónica sobre el precio de la gasolina -que es uno de los 10 más altos del mundo-, en el que concluyó que del precio que se paga por el galón el Estado se lleva 27%, parte del cual, se dice, destina a mejorar el transporte. Y esto ¿ha desestimulado el uso de los carros? No, porque no quedan sino los Transmilenios -construidos con subsidio estatal- o las busetas o echar pata. Hasta que Dios nos bendiga con el Metro.
 
Coda. Hace más de 50 años el alcalde Juan Pablo Llinás dijo que había firmado un contrato para construir el Metro.