Reactivación y confianza | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Agosto de 2024

Estábamos en mora de un plan de reactivación económica. Hasta ahora, pero si quiera, luego de dos años de gobierno, se habla de querer presentar, en seis semanas, su hoja de ruta. Sirvió la convocatoria del Consejo Gremial al foro en específico, con empresarios y gremios, para que el gobierno presentara sus ejes, ante la evidente desaceleración y ambiente de ralentización del crecimiento económico.

Aunque conocer los ejes que pueden llegar a impulsar la economía es importante, un ejercicio que habría valido la pena era concentrarse en la visión que alimentaba el mismo título del Foro de Reactivación Económica: Confianza para crecer. Esa es la cereza del pastel: cómo generar la tranquilidad, la libertad y la creencia necesarias para hacerlo.

Los puntos del gobierno mencionan motores, estrategias y proyectos cuando aquello que lograría cambiar el entorno de incertidumbre y una mentalidad pesimista sería un avivamiento de la fe en el sector privado. Cambiar esa carta no es tan fácil. Sin embargo, es la esperanza en el país, en lo construido, su plataforma. 

Hubo mensajes sobre la importancia de la articulación con el empresariado, convencidos que la reactivación económica, necesaria y urgente, depende de su gestión. Otro gallo cantaría si el propósito de este gobierno hubiera sido esta desde un principio, más cuando la economía, después de un gran crecimiento y esfuerzo de postpandemia, padecía aun de sus efectos secundarios.

Termina el foro con un Pacto de siete puntos claves, aun en construcción, compuestos con buena cadencia: reindustrialización sostenible, turismo en armonía con la vida, energías para la vida, conectividad digital, caminos para la paz y el progreso (incluiría 21 obras de infraestructura de transporte y 105 instalaciones portuarias-fluviales), un campo productivo y vivienda y agua para la vida. Estos ejes se describen dentro de los términos esperados con herramientas previsibles como nuevos proyectos estratégicos; estrategias de producción y comercialización; gestión de suelo; acciones operativas y presupuestales; financiamiento complementario; construcción sostenible y alternativas para el empleo.

Se quiere priorizar en la llamada economía popular con una aclaración que todavía no es muy entendible como decir que esto no quiere decir que la economía formal se deba apagar. Está bien en considerar que esta prelación requiere de la economía formal para la transferencia de conocimiento.

Lamentablemente, en medio del foro, volvía a entrar en el escenario, en discursos o trinos, temas que necesitan pinzas para no resentir la confianza. Se habló, por ejemplo, de romper con los estándares tradicionales, con la afirmación de que han llevado a la economía hasta los niveles de debilidad actual: “la estructura económica del país es débil y desafortunadamente ha estado enfocada en el subsuelo, en las remesas, en las rentas inmobiliarias, en las importaciones y en economías ilegales”. Descontando lo último, son renglones que legítimamente también impulsan la economía.

Adicionalmente, el presidente insistía en volver a pasar al Congreso la reforma laboral y en imponer inversiones forzosas al sector financiero (para incentivar la industria exportadora, la vivienda y la economía popular). La primera, por sugerencia misma de investigaciones del Banco de la República, insta a considerar sus no claros efectos en la estimulación del empleo. La segunda medida debería profundizarse pues puede llegar a contradecir los buenos vientos que corren para una más rápida baja en las tasas de interés.

Así las cosas, bienvenida la política en pro de la reactivación económica, mas esta será válida cuando se aumente la inversión porque se ganó confianza. Las expectativas en economía dependen en gran medida del uso de las palabras y la coherencia de los hechos.

* Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com