Panamá rompió su vínculo histórico con Taiwán (China Nacionalista) y abrió formalmente relaciones con la República Popular China, que exige a los países no mantenerlas con la isla rebelde.
China es el segundo usuario más importante del Canal de Panamá y su población representa el 20 por ciento de la mundial, se trata de la segunda economía del mundo. A Taiwán solamente quedan veinte naciones que lo reconocen como Estado soberano, cinco de ellos en Centro América: Guatemala, Belice, Honduras, Nicaragua y el Salvador.
La decisión tiene lógica e implica, en primer término, el fortalecimiento del apoyo a la ampliación del canal, a su participación en licitaciones tendientes a la construcción de puertos en territorios contiguos, dentro del plan de infraestructura colosal para ampliar influencia en el planeta. El canal de Panamá es de vital importancia respecto de este programa que acerca Asia.
A pesar de que la empresa privada China, H.K. N.D. del señor Wang Jing, de Hong Kong, está encargada, luego de la aprobación de la ley 180 del 2014, de ejecutar la concesión, otorgada por cincuenta años, para el desarrollo del canal de Nicaragua, éste no arranca, ni siquiera avanzan las obras preliminares, la oposición interna crece, los ambientalistas expresan argumentos sobre daño ambiental, expertos señalan los irreparables que se producirían en el lago Cocibolca, fuente de agua dulce que actualmente abastece a ochenta mil nicas, la afectación de especies vegetales y animales, no se consiguen inversores indispensables que completen los billones faltantes del proyecto. De otro lado, el millonario de 43 años, en el 2015 perdió nueve mil quinientos millones de dólares en operaciones bursátiles, no se ha recuperado y su posición es débil en referencia al compromiso adquirido. Eso lo sabe el presidente Daniel Ortega ya menos optimista.
Panamá ha criticado la obra del canal de Nicaragua, dice que es “inviable” y los Estados Unidos tampoco muestran entusiasmo por el proyecto. Como a Colombia le interesa el tema, que va unido a la defensa del mar, a la suscripción de Tratados con Nicaragua y otros Estados del Caribe afectados con la sentencia de la Corte Internacional de Justicia del 2012, sería conveniente -aun cuando dudo que lo haga- un análisis del Gobierno colombiano, especialmente de la cancillería, de las relaciones Panamá- China. Mi pronóstico: No habrá canal en Nicaragua.
A propósito, el Ministerio de Relaciones Exteriores continúa mudo y sordo mientras avanzan en la Haya, con participación de agentes de Colombia, las dos últimas demandas de Nicaragua, la más preocupante la que busca obtener la prolongación de su plataforma continental a más de doscientas millas.