RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Martes, 1 de Mayo de 2012

La primavera árabe

 

En Occidente se confunde el Islam religioso con el Islam político. Los hermanos musulmanes, que ganaron las primeras elecciones libres en Egipto, causan temor en los grandes centros de poder mundial, pero lo que son es una organización social hecha para defender la enseñanza de Mahoma. Y los salafistas, más extremistas, lograron apenas el 20% de la votación.

Es un error considerar terroristas, enemigos, a todos los practicantes de esa fe. No por serlo se es miembro de Al Qaeda o enemigo guerrero. No son un peligro colectivo. Allá ellos quienes sean moderados o fundamentalistas. Lo que debemos analizar son sus raíces en la historia árabe, y con base en su pasado trabajarlos.

Los árabes confían en su mesura y madurez. Piensan que su primavera los convierte en verdaderos ciudadanos del mundo, con lo que ello implica en derechos y responsabilidades. En la otra parte del globo observan con temor el avance islamista en los nuevos gobiernos, que, por ejemplo, anularon una ley libia que prohibía la poligamia y apoyaron la segregación de género en los recientes movimientos egipcios.

El futuro de la mujer, de su liberación y progreso, preocupa a los pueblos no islámicos, que ven en esas diferencias no un asunto de carácter religioso, sino una clara violación de los derechos humanos.

Los defensores internos del gran proceso de cambio opinan que nadie dará pie atrás en los logros de las mujeres, so pena de caer en costoso error político. Porque no habrá democracia sin igualdad de género. Porque en las “revoluciones” árabes las mujeres actuaron a la par con los hombres y tienen derecho a disfrutar por igual los avances sociales y políticos.

De hecho, las líderes progresistas proponen gobiernos laicos como fundamento de los derechos femeninos y la igualdad.

Otra preocupación se origina en la posibilidad de ascenso político del clero, al estilo iraní, que confundiría lo terrenal con lo divino. No hay que olvidar que el Congreso de Irak validó como Constitución Nacional al Corán. Es fácil volver a la sharia como fuente de legislación. Mientras en Occidente la sharia es sinónimo de mutilaciones, lapidaciones y azotes, los arabistas consideran que ningún partido ganará con tanta solvencia que permita imponer los conceptos religiosos como guía única de conducta ciudadana. De lo que se trata es de encontrar caminos que van desde el laicismo turco hasta una buena copia de la democracia cristiana europea.

Como escribiera el intelectual palestino, Daoud Kuttab, el éxito de la primavera árabe dependerá del compromiso de los islamistas con la democracia. Porque cualquier alternativa será peor.

Brevete. El gobierno Uribe sigue en el ojo del huracán. Su política de seguridad trajo beneficios a mucha parte de la sociedad. La demás, ni se lucró. Tal vez sea ese el origen de un resultado con más reconocimiento exterior.