RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Marzo de 2012

Cuándo termina una guerra

En teoría, las guerras terminan cuando las víctimas reciben resarcimiento moral y económico, cuando la sociedad decide restañar las heridas, cuando se pide perdón al pueblo de manera pública y sincera, cuando los gobiernos deciden cumplir con los más necesitados y enfrentan la pobreza con medidas inteligentes y de largo plazo.
Porque, mientras tanto, qué pasa con las mujeres violadas, con la triste orfandad, con los dolorosos desplazamientos masivos, con el desespero de los que todo lo pierden. Que no se crea que en esas cabecitas nada sucede y verán el mundo con los mismos ojos nuestros.
Las guerras no terminan cuando los comandantes militares y los jefecillos alzados en armas se estrechan las manos, se toman fotos históricas y se firman declaraciones de principios y de paz.
En África, por ejemplo, las guerras intestinas no cesan. Y cuando lo hacen resultan dos países como fuera el caso de Sudán del Norte musulmán y Sudán del Sur cristiano. Era imposible convivir bajo un mismo territorio y un mismo gobierno. Las grandes tribus africanas combaten fieramente y nunca cejan en el empeño de sojuzgar a sus vecinos.
Un forzado vocero de nuestra infame guerrilla de las Farc sentenció que la muerte de Alfonso Cano no terminaría con la lucha guerrillera. Muy por el contrario, sus ideales servían para mantener la moral de sus tropas. Y la muerte del líder era útil para colocarlo como ejemplo de vida para la soldadesca. Así, morir se convierte en un acicate para continuar la batalla entre aquellos que quedan con vida. Cómo acabar ese enfrentamiento.
Las discordias tampoco se extinguen porque siempre acaban como un simple negocio. En Sierra Leona, por los diamantes, los denominados “diamantes de sangre”. En Colombia y en México por la cocaína. En Afganistán por la heroína. En Rusia por el petróleo. Hasta Hitler fundamentó su lucha en la ampliación del espacio vital; o sea, por mayor territorio.
Las épocas coloniales de América, África y Asia se desarrollaron alrededor del control de los recursos naturales. Y esas luchas tampoco fenecen. Cuando los ingleses dividieron el Cercano y el Medio Oriente crearon unas situaciones de conflicto que se mantienen en el tiempo. En África los conflictos tribales y las extraordinarias riquezas del continente alientan la muerte y la desolación. Igual, el atraso y la corrupción.
Las hostilidades nunca dan fin. Porque de una se desprende la siguiente. No bien se concluye un conflicto nace otro motivado en el pasado o en la incertidumbre del futuro. La humanidad anhela el encuentro, lo busca y lo favorece.
Los espíritus no tienen paz, por eso logran con la rivalidad parecerse a sí mismos. Estamos siempre dispuestos a la retaliación y a la venganza, casi nunca al perdón y al olvido. Pareciera que la guerra es parte consustancial de nuestro ser.