RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Diciembre de 2011

Rusia hoy

Rusia no es todavía una democracia, pero los niveles de opresión se han reducido. La nación perdió la oportunidad de lograr su verdadera libertad después de la caída del socialismo. Bajo el cobijo de una nueva tendencia en el gobierno, queda implícito el estilo de la vieja Rusia, del zarismo y el leninismo-estalinismo, épocas de dureza para la población manejada a su antojo por los líderes del momento.

Los dirigentes de hoy son los mismos de la era soviética, reformados ellos, refundado el Estado, pero con singulares semejanzas. Los mismos con una presentación diferente. “La misma perra con distinta guasca”. Ahora trabajan en grupos de poder, ante los cuales los ciudadanos del común deben limitar su acción. El campo del pueblo termina donde comienza el de esos “nuevos” poderosos.

No hay que olvidar que el cambio lo propuso Gorbachov y lo hizo Yeltsin, dos destacados miembros del partido comunista soviético. El proceso emergió de las entrañas del socialismo y conservaron el poder todos aquellos que se acomodaron a los nuevos vientos. En esencia, la dirigencia es socialista vestida de demócrata. Conserva el estilo que gusta al pueblo: mando y resultados.

Para recibir a la Federación Rusa en la comunidad de naciones Occidente ha cerrado los ojos ante ciertos procederes. Para no tener a un país armado y rico en otro bando, el mundo acepta las restricciones democráticas de la cúpula moscovita. Igual a lo de China, que opera como le viene en gana y los demás apenas musitan.

Democracia a medias, Putin es amo y señor de todas las Rusias. No necesita limitar las libertades, limita las opciones y gana. Él, o por interpuesta persona. La oposición navega en aguas bravas e inamistosas ¿No es un zarismo moderno?

La ventaja es que Rusia ya no representa el enemigo que antes fuera del mundo desarrollado. Pero como potencia nuclear de primer orden tiene indudable papel en la desnuclearización internacional.

Y otra ventaja es que, a contrapelo de una pobreza parcial que antes no existía, el país ingresó al complejo esquema del consumo, un fundamento de la ideología norteamericana.

Consumo a tutiplén e intereses comunes con otras potencias. Con nuevos ricos y nuevos pobres. Tratado como país emergente integrante del BRIC, perdió la condición de mandamás y la dignidad de potencia, cuando ha sido poderoso fiel de la balanza en dos guerras mundiales y continúa como dueño de inmensas riquezas del subsuelo y origen del mayor número de mentes superiores. Según la CIA, a fines del siglo pasado el 40% de los sabios del planeta eran rusos.

En fin, un viraje tan grande que en vez de criticar deberíamos admirar la fortaleza de un pueblo que se adapta a nuevas formas de vida y de conducta ajenas a sus nobles tradiciones.