RODRIGO POMBO CAJIAO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 12 de Abril de 2012

Cuba no debe entrar a OEA

 

A  propósito de la Cumbre de las Américas ha vuelto a tocarse el tema de la entrada de Cuba a la OEA. Los argumentos tanto a favor como en contra son fútiles, pobres y desactualizados. Ello sucede por la precaria fuerza y presencia de la Organización. Es que los miembros individualmente considerados son más vigorosos e influyentes que la Organización toda, con lo cual su poder vinculante es ninguno y su influencia realmente poca. Los padres del Federalista advertían hace ya dos siglos que ese era el cáncer de toda organización que tuviera como objetivo reunir en su seno a varios Estados.

Sin embargo y a pesar de lo ya conocido, la OEA sirve en la práctica para dos únicos propósitos, que se me antojan trascendentales: por un lado, es un escenario civilizado no para dirimir disputas pero sí para ventilarlas. Sus órganos y autoridades no tienen competencia ni mando frente a sus miembros y no cuentan con mecanismos coercitivos; pero ese escenario, como ha quedado ya varias veces probado, ha servido para que a través del diálogo se ventilen desacuerdos interestatales de gran calado.

Por otra parte, se trata de una Organización que fue fundada en principios y uno de ellos, el más caro e importante, el que sólo podrán pertenecer a ella los Estados democráticos.

Y si bien es cierto que científicamente no se ha demostrado qué es la democracia no lo es menos que hay un consenso en cuanto a que su definición involucra la alternación del poder, la votación libre y espontánea de los ciudadanos y el derecho y las garantías de los partidos políticos de oposición.

Nada de eso ha existido en Cuba desde el triunfo de la Revolución comunista de 1959. Desde el primer día de aquel año se implantó una brutal dictadura familiar que masacró institucional, deliberada y eficientemente a la oposición; que proscribió los partidos políticos distintos al único partido comunista de gobierno, y que prolongó por más de 5 décadas a una oligárquica familia en el poder. Eso, por lo visto, no es democrático.

De manera que si las causas, condiciones y circunstancias se conservan no veo por qué debamos doblegar el único principio útil con el que cuenta la OEA para legitimar su precaria misión favoreciendo la entrada del único Estado totalitario del hemisferio.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI